Descentralizacion en America Latina y Europa

En este sitio publicamos diferentes experiencias de Participacion Ciudadana y Descentralizacion. Tanto en America Latina como en Europa. Compilado por Gustavo Desplats. Coordinador de la Proto Comuna Caballito

jueves, marzo 30, 2006

México y Venezuela

Sobre la descentralización.
El caso de México y Venezuela

Introducción.

El fenómeno de la descentralización política y administrativa que han atravesado diversos países en las últimas décadas, presenta ciertas características comunes que hacen pensar en una relación estrecha entre dichos procesos y el contexto general que atraviesa el mundo globalizado. Por lo tanto, es preciso adentrarse en el tema teniendo en cuenta estos dos aspectos (nacional-internacional, endógeno-exógeno, etc.), por los cuales, según como se desenvuelvan, darán como resultado una forma particular de descentralización.
Se ha presentado a la descentralización como un proceso desburocratizante, democratizador, redistributivo, etc. pero que llamativa puede resultar esta intención sobre todo cuando es impulsada, como en la mayoría de los casos, por el mismo Estado que, al mismo tiempo, genera efectos antagónicos.
En el caso Argentino, por ejemplo, la discusión sobre la Ley de Comunas atrae la mirada tanto de neoliberales como de socialistas. ¿Es posible que ambas partes apunten a lo mismo? ¿Cuál es la diferencia o la analogía entre unos y otros?
Otra de las cuestiones que se abren a la hora de pensar la descentralización es el papel de los movimientos sociales, ya que no puede ser lo mismo el impulso que puede recibir este fenómeno si se desarrolla como política de gobierno que si es expresión de una reivindicación popular

El proceso de descentralización, si bien tiene rasgos comunes de un país a otro, no puede ser entendido unívocamente, sino que, este es, en realidad, un resultado de las relaciones de fuerzas políticas y económicas, nacionales e internacionales y la forma histórica que este proceso adopta en cada territorio nacional.
Como se sabe, el capitalismo es nacional en su forma e internacional en su contenido. Según Antonio Gramsci[1], el resultado que arroja una situación de fuerzas nacionales (la hegemonía o dominio de una clase o una fracción de clase por sobre el resto) es, al mismo tiempo, una posición particular en el contexto general del mundo. Asimismo, el contexto general presenta ciertas leyes generales frente a las cuales los países toman una posición determinada.
El proceso de descentralización se desarrolla en un marco histórico caracterizado por una fuerte profundización de las leyes del capital (modelo Neoliberal) que, además, frente a la disolución del bloque socialista pareciera no encontrar ningún tipo de trabas en su realización, mas que la resistencia de los pueblos frente a la creciente deshumanización y la degradación de las condiciones de vida. Este último factor se torna decisivo a la hora de plantear una descentralización profunda que revierta los efectos inhumanos del capital.

El caso Mexicano.

La descentralización que se lleva adelante tanto en México como en Venezuela ha sido planteada principalmente a nivel nacional, mientras que, en Argentina tiene lugar una descentralización municipal, hacia adentro de la capital federal. De todos modos, el caso Mexicano nos puede ser útil a la hora de entender los resultados de un proceso descentralizador ya que parece haber arrojado diferencias considerables entre los distintos estados, fruto de las distintas fuerzas que se agitan en su interior.
Pedro Martínez[2] analiza el caso Mexicano problematizando la relación con el contexto. En su trabajo puntualiza el hecho de que la descentralización se lleva adelante paradójicamente al mismo tiempo que se profundiza la concentración y centralización[3] de la economía nacional e internacional.
Según Martínez “En México como en muchos otros países donde echó raíces la idea de descentralización, esta apareció como un instrumento de desburocratización…como medio de reconocer y atribuir un papel a la sociedad civil, y como reconocimiento de las desigualdades regionales” pero mas allá de cómo la hayan presentado es importante comprender como se ha llevado realmente adelante. No alcanza con anunciar la intención de democratizar la participación en las decisiones y los recursos[4], sobre todo, si los recursos están concentrados en pocas manos y los gobiernos responden a esos intereses. Para ello, es necesario generar los mecanismos de transformación de las relaciones sociales en general. La pregunta en este caso sería ¿cómo se genera dicha transformación de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, o bien, una combinación de ambas?
Al respecto Iván Jaramillo[5] agrega “la descentralización está motivada por la crisis fiscal del Estado y por la necesidad política de neutralizar las demandas sociales, separando los conflictos e involucrando a la población en la solución de sus propios problemas, descentralizando decisiones”.
La descentralización mexicana se ha planteado sobre tres ejes principales: 1- Mayor eficacia en la región estatal, con iniciativas hacia el interior de las agencias gubernamentales. Se habla en este sentido de descentralización administrativa. 2-fortalecimiento de los niveles locales del gobierno, orientado a ceder espacios de decisión a los gobiernos de cada región, cosa que fue pensada como un proceso de descentralización gubernamental. 3- el tercer aspecto estaría orientado a una profundización de la democracia, haciendo para ello participar a organizaciones no gubernamentales y agrupaciones de la sociedad civil. Este último punto, llamado de descentralización hacia la sociedad civil, es el que mayor importancia reviste a la hora de considerar la profundidad del cambio.
En cuanto al aspecto económico, se ha creado una Ley de Coordinación Fiscal, la cual se transforma en la principal fuente de recursos para los municipios. A través de los gobiernos estatales se les entregan a los municipios dichos recursos provenientes de distintas fuentes. Si bien, los montos adjudicados a los municipios han crecido notablemente, creo que para nuestro análisis es poco relevante. Además, a pesar de la mayor distribución de recursos, estos siguen siendo manejados por los organismos gubernamentales. “la descentralización que propone el gobierno federal, es un proceso de entrega de responsabilidades pero de mantenimiento del control presupuestario, de autoridades y de normatividad”[6]. (Cuanto mas te doy, más conservo)
Uno de los problemas principales a la hora de aplicar la descentralización es la necesidad de formar sujetos capaces de llevar adelante el proceso. No está muy claro como debería implementarse esta cuestión.
Como se dijo, la descentralización no puede ser solamente un declaración formal de los gobiernos, ni de una política aplicada de arriba hacia abajo, debido a que, sería poco serio esperar una profunda autonomización y democratización de un estado que esencialmente responde a intereses contrarios. De todos los procesos de descentralización que se llevan adelante en diversos países y de las distintas combinaciones que se han dado (relaciones de fuerzas nacionales-internacionales), por lo general el proceso ha tenido el mínimo de efectividad.
Asimismo, hacia adentro de México encontramos un caso particular donde la autonomía regional ha alcanzado niveles considerables de eficacia. Se trata del Estado de Chiapas en donde el movimiento Zapatista ha generado amplias trasformaciones en las relaciones económicas y políticas de la región.
“La autonomía –sostiene Martínez- como forma máxima de descentralización política y como parte de los objetivos últimos de un federalismo integral, ha sido un tema recurrente en los últimos años en México pero todavía está muy lejos poder concretarse porque existen enclaves autoritarios en el sistema político que se niegan a desaparecer. Sin embargo, es preciso apuntar dos cuestiones que se han enarbolado a propósito del problema indígena en nuestro país, sobre todo a partir del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a saber: para alcanzar una auténtica autonomía, es preciso eliminar el control gubernamental y mantener solo un control jurisdiccional el cual es un control de legalidad y no de otro tipo (económico, político, etc.); la autonomía significa que la colectividad debe tener el derecho de proclamarse existente, de autodelimitarse y organizarse, elaborando libremente su propio estatuto en los límites de respeto a la constitución, autonomía no quiere decir autarquía”
La historia del Zapatismo y de la lucha por la autonomía es de larga data en México. Centrándonos en nuestro contexto histórico y el problema de la descentralización se hace preciso, al menos, recorrer el último periodo del EZLN. En 1994 las comunidades indígenas de la región de Chiapas se levantan en armas declarando la guerra abierta contra el capitalismo y contra el ejército nacional. Desde entonces fue cambiando de objetivos, hasta que, por último, abandonan su pretensión de toma del poder y se concentró en construir autonomía dentro de la región.
En los últimos años, dentro de las zonas liberadas el EZLN desplaza a los municipios tradicionales y crea sus propios órganos de gobierno.
Las llamadas Juntas de Buen Gobierno (JBG) pasan a conformarse como los órganos político administrativo legítimo de la región. Las JBG fueron implementadas por el Comité Clandestino Revolucionario del EZLN. El mismo está conformado por representantes de las bases indígenas junto a dirigentes del EZLN y tienen por función discutir, entre otras cosas, el funcionamiento político y económico de las regiones autónomas. “Las juntas se encargan de regular el ingreso proveniente del comercio y de los aportes de las ONG’s, así como funcionar de instancia superior para fijar normas y resolver litigios entre las comunidades o los campesinos ligados al mercado y repartir de modo mas justo, entre las diferentes regiones y localidades, los ingresos. Son, sin duda, un progreso en el camino de la reglamentación de una vida económica y social marcada, según expresó reiteradamente Marcos, por una realidad anárquica “donde cada uno hace lo que quiere””[7].
Uno de los temas principales que trae aparejado el desarrollo de las JBG es el de su extensión. El EZLN plantea la necesidad de trascender las fronteras chiapanecas y llevar la experiencia al resto del territorio.

La descentralización en Venezuela.

“La descentralización Venezolana fue iniciada en 1990 luego de un período de discusión sobre la pertinencia y conveniencia de las reformas políticas y administrativas que el país requería”[8]. Al igual que en el resto de los países donde se desarrolla un proceso descentralizador, en Venezuela vuelve a tomar relevancia la supuesta necesidad de expandir la democracia, promover la participación ciudadana, etc.
La descentralización “de arriba hacia abajo” comienza a implementarse con la creación de diversos mecanismos especializados, tales como, se promulga la ley Orgánica de Descentralización de Servicios y Competencias (1989), la creación del Fondo Intergubernamental para la Descentralización en 1993 (FIDES), y la Ley de Asignaciones Especiales para los Estados Derivadas de las Minas y los Hidrocarburos.
Con este proceso se pretende descentralizar la administración y control de los servicios tales como la salud, los puertos, los aeropuertos, el deporte, la vialidad, la educación. Se han organizado también programas sociales para sectores empobrecidos.
Según el FIDES, otra área de impacto de la descentralización es el desarrollo de las relaciones de gestión entre los gobiernos territoriales, la sociedad civil y el sector privado. Es decir que, la descentralización también ha incluido la privatización de algunos servicios.
La descentralización Venezolana abarca todo el país. En cuanto a su desarrollo en la ciudad de Caracas se programó una descentralización teniendo en cuenta el área metropolitana, es decir, además del histórico Distrito Federal, se le anexa toda la expansión de la ciudad mas allá de su perímetro original, cuya extensión ha de llegar hasta el Estado vecino de Miranda.
“En los umbrales del siglo XXI, la Caracas Metropolitana (conformada por el núcleo original, los municipios conurbanos, los municipios circundantes y los municipios aledaños), engloba de 17 a 23 municipios.”[9]
“El equivalente en Caracas de las Comunas de Buenos Aires son las parroquias…las parroquias del Municipio del Distrito Capital podrán ser creadas por el Consejo Municipal, atendiendo a sus diversidades sociales, de población, desarrollo económico, históricas, culturales, situación ubicación geográficas, capacidad para generar ingresos fiscales propios y otras diversidades relevantes”.[10]
Las parroquias son subdivisiones administrativas locales de un municipio, integradas por un determinado número de habitantes. Las parroquias están conformadas por dirigentes locales elegidos por el pueblo y ejercen funciones asignadas por el órgano de gobierno municipal. En lo que respecta a la creación de las parroquias y su relación con el territorio, estas no se entienden como divisiones exhaustivas o imperativas del territorio del municipio.
El FIDES es el organismo central encargado de llevar adelante la descentralización, brindando apoyo administrativo, técnico y financiero. Entre el período 1995 – 2005 fue aumentando su intervención pasando de 1.048 proyectos aprobados en 1996 a 6.207 en 2004.
En cuanto a lo que podríamos denominar el impulso descentralizador “de abajo hacia arriba” el caso Venezolano presenta un crisol importante en experiencias organizativas de los sectores populares, lo que hace pensar en la presencia de elementos que favorecen un proceso verdadero de distribución del poder.
Según el profesor Enrique Contreras Ramírez[11], “la posibilidad de un verdadero cambio revolucionario en Venezuela se inició con la rebelión popular del 27 de Febrero de 1989, porque produjo la deslegitimación definitiva del poder constituido junto a sus viejos partidos políticos, creó las bases de nuevas formas de lucha y organización del pueblo, conmocionó a las Fuerzas Armadas Nacionales generando los dos alzamientos de la oficialidad patriótica. En fin ESE HECHO DE FUERZA NO FUE OTRA COSA SINO LA CONSTITUYENTE ORIGINARIA”[12]
De este movimiento popular y de los alzamientos militares cobra relevancia el nombre de Hugo Chávez, quién después de comandar uno de los alzamientos fallidos accede a la presidencia por la vía electoral. Chávez es la expresión del ascenso de las organizaciones populares aunque su figura es bastante contradictoria, elemento que escapa a este análisis.
A partir del año 2000 comienzan a tomar fuerza los denominados círculos bolivarianos. Las organizaciones del Estado Zulia, en Agosto del 2002, emiten un texto en el cual se llama a la construcción de los círculos Bolivarianos. Estas fuerzas se constituyen como La Alianza Popular Bolivariana y su manifiesto es considerado uno de los más avanzados en términos de organización popular. “La revolución Bolivariana –dice el texto- tiene y debe plantearse el impulso de los poderes creados por el pueblo para la constitución del Estado para la democracia participativa. Se trata por un lado de abrir espacios, tirar puentes; pero por otro lado se trata de reconocer las instancias de poder popular que el pueblo viene construyendo, de darles institucionalidad y que sus manifestaciones deriven en decisiones que transformen la sociedad…las formulas que se han intentado para optimizar la participación popular, han sido de corte ejecutivo, direccionadas de arriba hacia abajo, apuntan a favorecer estructuras de partidos. La única experiencia distinta, y por eso la mas exitosa, la constituyen los Círculos Bolivarianos”
El 17 de diciembre del 2002 el presidente Hugo Chávez, juramentó a los Círculos Bolivarianos. En su discurso declaró al 2002 “el año de la ofensiva revolucionaria”, del cual los círculos Bolivarianos son su brazo ejecutor.
Mientras que la oposición caracteriza a los círculos bolivarianos como organizaciones análogas a los comités de defensa de la revolución cubanos, Chávez, por su parte, destinó del FIDES, organismo central de la descentralización, más de 140 millones de dólares en el primer año de funcionamiento institucional de los CB.

Conclusión:

No podemos esperar que el propio capitalismo y los Estados que lo sustentan y desarrollan generen las condiciones necesarias para su abolición, ninguna formación social va a reconocer su fracaso. Por lo tanto, frente al problema de la descentralización es preciso saber, en primer lugar, con que fuerzas populares se cuenta como para impulsar un cambio de abajo hacia arriba.
La descentralización es un concepto que debe ser llenado de contenido concreto y este contenido varía según los intereses que estén en juego. Según Daniel Betti “Entonces acá hay una disputa permanente, no hay duda que la descentralización si esta sobre la base de la participación de la gente tenemos posibilidades reales de que esto sea un verdadero salto en nuestras ciudades. Si el concepto es trasladar el poder central cada vez más hacia los barrios, hacia los vecinos, hacia la gente, quiere decir que eso está absolutamente vinculado hacia la participación. Una descentralización, una ley de comunas sin participación, también puede ser un gran negocio”.


[1] Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno. Capítulo sobre “análisis de situación correlaciones de fuerzas”

[2] Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública, UNAM.

[3] El fenómeno de concentración y centralización ha sido analizado por Marx en el capital, mas precisamente en el capitulo sobre “la ley general de acumulación del capital”.

[4] Los fenómenos sociales son lo que son en sí mismo y no lo que se dice de ellos, en todo caso, lo que se dice de ellos es parte de lo que son en sí y, por lo tanto, se hace necesario entender objetivamente sus determinaciones. Al plantearnos la forma en que debemos adentrarnos en el conocimiento de dichos fenómenos, aparece enseguida la determinación principal: la sociedad produce su vida materialmente y la reproduce espiritualmente. Toda sociedad o fenómeno social es una praxis histórica subjetiva-objetiva y esta es la determinación concreta que es preciso desentrañar.

[5] Jaramillo Iván (1988) La descentralización, CIDE.

[6] Martínez.
[7] Guillermo Almeyra “Zapatismo y autonomías indígenas”.

[8] Texto distribuido por el FONDO INTERGUBERNAMENTAL PARA LA DESCENTRALIZACIÓN (FIDES),
Vicepresidencia de planificación y políticas, Gerencia de Planificación.
[9] FIDES.

[10] Ibíd.

[11] Enrique Contreras Ramírez Profesor y periodista Venezolano.

[12] Enrique Contreras Ramírez, Un Tercer Camino, la Unidad ABYA YALA. Editorial Fabricio Ojeda, 2002.

DESCENTRALIZACION, TRANSFERENCIAS TERRITORIALES Y PODER LOCAL

Descentralización,
transferencias
territoriales y desarrollo local
Iván Finot
L
a concertación entre actores políticos, sociales y privados en es-cenarios
locales puede ser de gran utilidad para estimular la
competitividad económica, pero para ello sería indispensable que las
colectividades locales contaran con más autonomía y recursos, e igual-dad
de oportunidades. En el presente artículo se comienza por inquirir
sobre las condiciones para que la profundización de la descentraliza-ción
política que el desarrollo local requiere coadyuve a la eficiencia y a
la equidad, y cómo los sistemas de transferencias pueden constituirse
en instrumentos determinantes para avanzar en equidad y generar con-diciones
de eficiencia. En este marco teórico se examinan los sistemas
de transferencias básicas de los procesos de descentralización más
antiguos y/o avanzados de la región y se proponen algunos lineamientos
no solo para hacer viable el desarrollo local bajo las condiciones men-cionadas,
sino también para avanzar en la construcción de ciudadanía.

Introducción
La descentralización política en América Latina es parte
de los procesos de democratización que se iniciaron en
la década de 1980 a partir de la organización territorial
histórica de cada país. Con la descentralización se bus-caba
principalmente —con diferentes énfasis en cada
país— generar nuevos espacios de participación ciuda-dana,
hacer frente a los problemas de desequilibrio fis-cal
y organizar territorialmente el aparato estatal para
implementar políticas sociales que permitieran hacer
frente a la deuda social. En los países donde esta refor-ma
territorial se inició más tempranamente, ella fue
decisiva para ampliar o focalizar dichas políticas, aun-que
solo se logró canalizar constructivamente la parti-cipación
ciudadana en los casos en que se contaba pre-viamente
con capital social. Pero donde, con frecuen-cia,
la descentralización no ha dado resultados positi-vos,
ha sido en su contribución al equilibrio fiscal, lo
que sin duda frenó el avance de los procesos.
Hoy en día la descentralización política cobra
nueva importancia, ya no solamente para avanzar en
ciudadanía e inclusión social sino también en desarro-llo
económico. En efecto, se ha llegado a consenso en
que la competitividad depende, no solamente de las
empresas, de los equilibrios macroeconómicos y de
políticas nacionales activas, sino de la capacidad de
cada localidad para encarar su propio desarrollo a tra-vés
de procesos de concertación público-social-priva-da.
Y para esto es indispensable que las localidades
cuenten con más autonomía.
Un aspecto esencial de la descentralización son las
transferencias destinadas a compensar las diferentes
capacidades para generar ingresos de las distintas cir-cunscripciones
político-administrativas. En la región
tales transferencias son la principal fuente de ingresos
de la mayoría de los gobiernos subnacionales —en par-ticular
de los municipales— y en algunos países tie-nen
una alta ponderación en el gasto público.
Desde el punto de vista de la equidad, los sistemas
de transferencias que acompañaron a los procesos de
descentralización en América Latina han implicado, en
todos los casos, una importante redistribución territorial
progresiva inicial, aunque con frecuencia han resultado
insuficientes para compensar después las desigualdades
que la propia descentralización ha suscitado.
Sería deseable que los sistemas de transferencias
hubieran sido diseñados de tal forma que hicieran com-patible
el objetivo de equidad con el de estabilidad. Sin
embargo, en la mayoría de los casos las transferencias
territoriales, al provenir de participaciones fijas en
impuestos nacionales, resultan procíclicas (Ocampo,
2001) y cuando además propician un gasto que no
depende de los correspondientes esfuerzos tributarios,
contribuyen a generar presiones desequilibradoras
(Finot, 1996 y 2001).
Para neutralizar estas presiones se tiende a instau-rar
controles al gasto y límites al endeudamiento
subnacional. Ejemplos de ello son la Ley de responsa-bilidad
fiscal de Brasil (República Federal de Brasil,
2000) y, en Colombia, la Ley de control al endeuda-miento
(Colombia, 1997), la Ley de racionalización del
gasto territorial (Colombia, 2000a) y la Ley de respon-sabilidad
fiscal (Colombia, 2003). Estas medidas con-tribuyen
al equilibrio fiscal pero pueden restringir la
autonomía de las entidades territoriales. Sin embargo,
según ya se mencionó, para hacer viable el desarrollo
económico local se requiere de más y no de menos
autonomía local. Y, por otro lado, es necesario seguir
avanzando en términos de equidad social y construc-ción
de ciudadanía, todo ello bajo condiciones de efi-ciencia
y de estabilidad. ¿Cómo conciliar el objetivo
de fortalecer las autonomías locales con los de equi-dad,
eficiencia y estabilidad?
Para poder responder a esta pregunta, el presente
trabajo examina en su sección II las condiciones bajo
las cuales se podría profundizar la descentralización
política para que ésta coadyuve a la eficiencia y la
equidad; con tal fin se presenta sintéticamente una
versión actualizada del marco conceptual que el autor
viene desarrollando desde trabajos anteriores. En la
sección III se hace un análisis de los aspectos fiscales
más vinculados con la autonomía en los procesos de
descentralización más antiguos y/o avanzados de la
Este artículo es una versión corregida de la ponencia del autor
presentada en el XVI Seminario Regional de Política Fiscal, reali-zado
en la sede de la CEPAL (Santiago de Chile) del 26 al 29 de
enero de 2004. El autor agradece a los participantes del seminario
que brindaron opiniones y sugerencias sobre la versión anterior, a los
jueces que la arbitraron, a Alberto Maldonado, de la Universidad de
los Andes, por sus útiles observaciones respecto a Colombia, y a
Cristina Aziz por la información proporcionada sobre Brasil.

región: los de Argentina, Brasil y México, entre los
países federales, y de Bolivia, Chile y Colombia entre
los unitarios.1 Finalmente, en la sección IV se presen-
tan algunas conclusiones y lineamientos que podrían
ser útiles para los países de la región en el logro de
los objetivos señalados.
1 A fin de poder contar con datos comparables, el análisis cuanti-tativo
se basa en cifras del Fondo Monetario Internacional.
2 El propio Oates (1999) afirma, en retrospectiva, que probable-mente
fue desafortunado denominar "federalismo fiscal" a la teoría
que él fundó, al restringirla a un estrecho ámbito fiscal, cuando el
objeto de dicha teoría más bien sería "la estructura vertical comple-ta
del sector público". Por otro lado, según Affonso (2003) el
"federalismo fiscal", al basarse en el individualismo metodológico,
tampoco sería apropiado para estudiar el federalismo propiamente
tal, que por definición sería un acuerdo entre colectividades y no
entre individuos.
II
Condiciones de eficiencia y equidad
Los aspectos económicos de la descentralización son
sin duda esenciales en los procesos, pero al parecer en
la región aún no nos hemos apropiado lo suficiente de
la rama de la economía cuyo objeto es la provisión de
bienes públicos en diferentes niveles territoriales, ni la
estamos desarrollando para avanzar en función de
nuestras necesidades.
Es posible que ello haya ocurrido en parte por-que
el fundador de esa rama, Wallace Oates, la deno-minó
"federalismo fiscal" (Oates, 1972), lo que habría
inducido a creer que ella se refiere exclusivamente a
los países federales.2 Sin embargo, la teoría que allí se
fundamenta resulta apropiada para analizar los aspec-tos
económicos de la descentralización, con mayor
pertinencia aun cuando ésta se orienta hacia los nive-les
más próximos al ciudadano ya que, al reducir el
ámbito de las demandas, los procesos de revelación de
preferencias colectivas se podrían facilitar.
En esta sección se comenzará entonces por anali-zar
las condiciones para que la descentralización polí-tica
contribuya a la eficiencia y a continuación se de-ducirán
los requisitos para que los sistemas de trans-ferencias
coadyuven tanto a la eficiencia como a la
equidad.
1. Descentralización
La descentralización se refiere a la provisión de bie-nes
públicos, en la cual cabe distinguir dos tipos de de-
cisiones: i) qué, cuánto y con qué parte del ingreso
proveer dichos bienes, y ii) cómo producir aquello que
se va a proveer públicamente. En general, en América
Latina ha habido una descentralización de ambos tipos
de decisiones hacia gobiernos subnacionales, pero tam-bién
de decisiones del segundo tipo hacia los merca-dos.
3 Es posible analizar las condiciones de eficiencia
para ambas formas de descentralización. Sin embargo,
dado el propósito del presente artículo, a continuación
se examinan estas condiciones para el caso de la des-centralización
hacia gobiernos subnacionales de las
responsabilidades de proveer bienes públicos.
Por lo general, el concepto de descentralización
hacia gobiernos ha sido asociado con el de autonomía
política (por ejemplo, véase Palma y Rufián, 1989). Sin
embargo, todos los procesos implican la asignación de
funciones a gobiernos subnacionales no solo en su
calidad de cabezas de unidades autónomas sino tam-bién
como agentes del gobierno nacional: sus adminis-traciones
ejecutan distintas combinaciones de decisio-nes
adoptadas a nivel local y de decisiones tomadas a
nivel central. En el primer caso se trataría de una des-centralización
política y en el segundo de una descen-tralización
operativa,4 cada una con diferentes requi-sitos
de eficiencia, por lo que es importante poder dis-tinguir
cuáles tareas realiza cada gobierno como cabe-za
de una unidad autónoma y cuáles como agente del
gobierno central.
A continuación se examina cuáles serían esos
requisitos, haciendo mayor hincapié en la descentrali-zación
política, más vinculada con la autonomía.
3 En el sentido que le da Bennett (1990), proceso que hemos deno-minado
"descentralización económica" (Finot, 1996).
4 Prefiero utilizar el término "descentralización operativa" y no
"delegación" (como denominan algunos autores a esta situación)
porque, como bien lo explican Palma y Rufián (1989), la delega-ción
puede ser suspendida por el principal en cualquier momento.
En cambio el concepto de descentralización implica una transferen-cia
definitiva de competencias y autonomía para adoptar decisio-nes,
en este caso administrativas.

a) Descentralización política
La descentralización política sería la transferen-cia
de procesos democráticos de decisión sobre gasto
y financiamiento para la provisión de determinados
bienes públicos desde una jurisdicción político-admi-nistrativa
dada a otra más reducida.
Las condiciones para que esta transferencia con-tribuya
a la eficiencia serían primordialmente tres: i) que
los ámbitos de los procesos locales de decisión corres-pondan
a diferenciaciones geográficas de la demanda;
ii) que las preferencias ciudadanas sean efectivamente
reveladas, y iii) que las ganancias generadas por las
condiciones anteriores sean superiores a las posibles
pérdidas en términos de economías de escala.
i) Adecuación a la diferenciación de la deman-da.
Oates (1972) señalaba que el principal problema
de la descentralización residiría en decidir a qué nivel
correspondería mejor cada provisión.5 El problema de
fondo sería que, en general, los mapas político-admi-nistrativos
no coinciden con las demandas geográfi-camente
diferenciadas. Ni tendrían por qué hacerlo: los
primeros han sido configurados en función del control
político-administrativo del territorio, mientras los se-gundos
son resultado de factores tales como la locali-zación
de los recursos naturales, las facilidades de acce-so
y las inversiones en infraestructura. Intentar modi-ficar
los primeros puede ser objeto de conflictos
interterritoriales, mientras que los segundos se van
modificando sin otros límites que las respectivas regu-laciones
territoriales (incluidas las correspondientes a
relaciones internacionales).
¿Qué hacer con la falta de adecuación entre los
procesos de decisión circunscritos por los mapas polí-tico-
administrativos y por los mapas geográfico-eco-nómicos?
El principio de solución podría ser profun-dizar
la descentralización hasta los niveles más próxi-mos
al ciudadano e incentivar a través de transferen-cias
la asociación entre gobiernos territoriales en fun-ción
de demandas diferenciadas comunes.6
ii) Revelación efectiva de preferencias. En la pro-visión
de bienes públicos locales cada comunidad de-bería
poder revelar sus preferencias, conociendo los
costos de las alternativas, y optar por una combinación
de bienes tomando en cuenta lo que le costará.7
Entonces, para estimular los mecanismos econó-micos
de eficiencia, las comunidades hacia las cuales
se descentraliza deberían tener potestades no solamente
para definir el gasto sino también para determinar el
nivel de impuestos con que contribuirán a financiar ese
gasto. A fin de evitar la multiplicación de tributos, las
bases impositivas deberían ser establecidas nacio-nalmente
pero las comunidades subnacionales hacia las
que se enfoque la descentralización política deberían
tener facultades para modificar las respectivas alícuotas
(dentro de cierto rango). Lo conveniente sería que es-tas
decisiones se refirieran a impuestos directos (en
principio, sobre la propiedad inmueble), ya que modi-ficar
alícuotas sobre impuestos indirectos incidiría di-rectamente
sobre el sistema de precios (además de
requerir una contabilidad sobre importaciones y expor-taciones
interterritoriales).8 Esto sería también conve-niente
para el caso de los impuestos con bases com-partidas,
donde los niveles subnacionales deberían te-ner
la potestad de fijar sus propias tasas.
De otro lado, por razones de equidad, no sería
recomendable que las regalías percibidas por la explo-tación
de recursos naturales no renovables fueran com-partidas
con niveles subnacionales (Musgrave y Mus-grave,
1989), al menos no en porcentajes importantes.
Además, strictu sensu, estos ingresos no pueden ser
considerados como impuestos.
Un supuesto no explicitado en los trabajos de
Oates es que los mecanismos locales de expresión de
preferencias ciudadanas deben ser al menos tan eficien-tes
como los centrales. Si la descentralización tendie-ra
a fortalecer procesos de asignación poco demo-cráticos
—o, peor aún, corruptos— podría ser menos
5 Ya Ostrom, Tiebout y Warren (1961) habían señalado que, para
una metrópolis, un sistema "policéntrico", donde la provisión de
los bienes públicos cuya demanda estuviera geográficamente dife-renciada
correspondiese a gobiernos electos localmente, y solo la
de aquellos cuya demanda fuera uniforme se mantuviera a cargo
del gobierno metropolitano central, sería una solución más eficien-te
que un sistema en el cual la provisión de todos los servicios
fuese centralizada. Este hallazgo fue formalizado posteriormente
por Oates (1972) en el "teorema de la descentralización".
6 Además, en la medida en que se lograra esta adecuación de la
organización territorial a las demandas diferenciadas, se reducirían
las externalidades, otro tema típico de la descentralización.
7 Este proceso es claramente observable, por ejemplo, en las deci-siones
que adoptan innumerables organizaciones sociales de la re-gión,
las que con mucha frecuencia contribuyen en forma impor-tante
a la provisión de bienes y externalidades públicas. Según
venimos proponiendo desde 1990 (Finot, 1990) estas contribucio-nes
deben ser consideradas como "cuasi impuestos".
8 Hay consenso en que los mejores impuestos locales serían aque-llos
que tienen como base la propiedad y también, cada vez más, en
que la manera de ampliar los ingresos subnacionales podría ser la
participación en los impuestos sobre el ingreso, como señala Bird
(2001). Sin embargo, como este mismo autor advierte —citando a
Shome (2000)—, en América Latina pocos países cuentan con sis-temas
sólidos de tributación sobre los ingresos.

eficiente que la efectuada a través de procesos centra-lizados.
El sistema electoral de representación proporcio-nal
—prevaleciente en la región para el nivel munici-pal—
9 no sería el más adecuado para expresar las pre-ferencias
ciudadanas en ámbitos locales, pues hace que
los representantes deban responder a quien los colocó
en su lista, antes que a sus representados. Y son tales
representantes los que en última instancia deciden
—en nombre de los ciudadanos— qué, cuánto y con
qué aportes locales deberá proveerse públicamente, al
aprobar el respectivo presupuesto.
Sin embargo, aunque se modificara el sistema elec-toral
—de uno de representación proporcional a otro de
representación territorial—10 es obvio que tanto políti-cos
como funcionarios administrativos tienen sus pro-pios
intereses y por ello es importante equilibrarlos a
través de otras formas de participación ciudadana. La
participación política directa (referéndum, consultas
ciudadanas, revocatorias de mandato) y la participación
social, a través de organizaciones sociales, son formas
que deben ser facilitadas, generando y transparentan-do
información —de base y sobre gestión— que sea
fácil de comprender.11
No basta entonces con que los procesos de deci-sión
democrática sobre asignaciones correspondan lo
más precisamente posible a la diferenciación de la
demanda: para que la descentralización política propi-cie
asignaciones más eficientes es imprescindible que
las decisiones sobre gasto local estén vinculadas con
los aportes locales y que se cuente con sistemas ade-cuados
de representación y participación ciudadana a
fin de que las preferencias de la ciudadanía sean efec-tivamente
expresadas.
iii) Economías de escala. Es posible que la pon-deración
de este factor haya disminuido: las caracte-rísticas
de flexibilidad de los procesos productivos
actuales pueden contribuir a que las soluciones descen-tralizadas
sean más eficientes, pero para ello se nece-sita
acceso a nuevas tecnologías y, sobre todo, perso-nal
calificado. De todas maneras, el ámbito al que debe
ser transferida la provisión de cada bien público
descentralizable no debe dejar de corresponder, en cada
caso, a un nivel donde los beneficios de la descentra-lización
sean superiores a sus costos, incluidos entre
estos últimos los provenientes de una multiplicación
de administraciones.
b) Descentralización operativa
La descentralización operativa se daría en los
casos de provisión de bienes públicos donde no se
descentraliza el poder de decisión sobre qué, cuánto
y con qué aportes ciudadanos se les proveerá, sino so-lamente
sobre la operación de decisiones adoptadas
al respecto por un gobierno central. Según Heymann
(1988), los beneficios de esta forma de descentrali-zación
provendrían, en principio, de la mejor infor-mación
de que disponen los gobiernos locales, y los
costos derivarían del riesgo de que el agente apro-veche
la situación en contra de los intereses del prin-cipal.
En este caso también sería pertinente evaluar si
los beneficios por tener a los gobiernos locales como
agentes son superiores a los costos de contratarlos. Así
como en el caso de la descentralización política el cri-terio
básico de eficiencia sería lograr la mayor corres-pondencia
posible entre demandas geográficamente di-ferenciadas
efectivamente expresadas y circunscripcio-nes
político-administrativas, en el de la descentraliza-ción
operativa dicho criterio sería lograr la mejor com-binación
posible entre los beneficios de aprovechar la
capacidad de los gobiernos locales (solos o asocia-dos)
y los costos generados por pérdidas de econo-mías
de escala y por la instauración de mecanismos
de control.
Dentro de cada política sectorial se debería eva-luar
qué es lo que conviene descentralizar políticamen-te,
y en qué casos sería más apropiado descentralizar
solo operativamente. En educación escolar, por ejem-plo,
convendría descentralizar políticamente la defini-ción
de una parte de los programas mínimos obligato-rios,
pero solo operativamente las políticas de
redistribución del ingreso orientadas a garantizar igual-dad
de oportunidades a cada habitante del país, cual-quiera
sea su lugar de residencia.
9 La excepción sería Panamá, donde el Concejo Municipal está
integrado por representantes de los corregimientos que integran cada
municipio.
10 Uninominal o, lo que sería preferible (según lo vengo proponien-do
desde 1990, apoyado en Duverger, 1970), un representante por
distrito que corresponda a realidades histórico-geográficas, más un
número adicional en función de la población de cada uno de ellos.
11 La experiencia de Porto Alegre en materia de presupuestos
participativos demuestra las ventajas de la participación social para
una mejor revelación de preferencias y el incremento de los aportes
ciudadanos. Harnecker (2003), que siguió el proceso desde sus ini-cios,
registra la "consternación" que inicialmente causó en quienes
se involucraban en el "presupuesto participativo" el constatar que,
para lograr lo que proponían, tenían que pagar impuestos. Ahora se
puede comprobar que el presupuesto participativo no solo ha impli-cado
una asignación más eficiente de recursos sino también un
constante aumento de las recaudaciones (Prefeitura Municipal de
Porto Alegre, 2003).

c) Responsabilidad (accountability)
Así como en la descentralización política los sis-temas
de información sobre gestión deben estar orien-tados
primordialmente a la comunidad local, en el caso
de la descentralización operativa los gobiernos loca-les
deben responder en primera instancia a su
mandante: el respectivo gobierno central (Silverman,
1992). Pero, además de las dificultades propias de la
relación agente-principal, el problema práctico en este
caso es que en la contabilidad de las administraciones
locales no se suele diferenciar claramente entre las ta-reas
que realizan por decisión local y las que efectúan
por decisión de gobiernos centrales, ni en el origen de
los recursos con que esas tareas son ejecutadas; por lo
tanto, no es posible distinguir con claridad a quién —si
a la comunidad local o al gobierno central— se debe
responder en primera instancia en cada caso.
En síntesis: en ambas situaciones sería imprescin-dible
contar con sistemas de información sobre gestión:
en los casos de descentralización política, para rendir
cuentas en primera instancia a la comunidad; en los de
descentralización operativa, al gobierno central. En los
dos casos sería muy conveniente que los ciudadanos
estuvieran adecuadamente informados pero, para que
haya responsabilidades que puedan hacerse efectivas,
en la contabilidad se debería establecer claramente esa
diferencia entre principales.
2. Transferencias: cómo conciliar eficiencia con
equidad
Por lo general, la literatura especializada distingue dos
tipos básicos de transferencias territoriales: las no con-dicionadas
y las condicionadas. Sin embargo, si se
admite el requisito de eficiencia según el cual las de-cisiones
sobre gasto deben estar vinculadas con aque-llas
que se refieren a los respectivos aportes ciudada-nos,
lo primero que debería preguntarse sobre las trans-ferencias
territoriales es si ellas están orientadas o no
a apoyar decisiones locales sobre gasto vinculado con
aportes locales.12 Las transferencias no condicionadas
en absoluto no inducirían a cumplir con esta condición
de eficiencia y en cambio darían lugar a una descen-tralización
política solo del gasto. Es más: los gastos
que no comprometieran los aportes ciudadanos
desestimularían la participación ciudadana (ya dificul-tada
por los sistemas electorales vigentes) y facilita-rían
el uso de los recursos para fines particulares.
Diferente sería el caso de transferencias no con-dicionadas
a aportes locales pero sí al uso que se haga
de ellas, ya que, en la medida en que se diesen tales
condiciones, se podría introducir controles propios de
la descentralización operativa. Finalmente, cuando las
transferencias estuviesen condicionadas tanto por su
uso como por aportes locales (típicamente, los fondos
de cofinanciamiento), los elementos de descentraliza-ción
operativa superarían a los de descentralización
política.
En el cuadro 1 se presenta una síntesis de este
análisis. Sólo las transferencias de libre disponibilidad,
pero proporcionales a los aportes locales (las de tipo 1)
contribuirían a generar condiciones de eficiencia en la
descentralización política.
Pero si las transferencias dependieran de los apor-tes
locales ¿cómo lograr el objetivo primordial de las
mismas, que es compensar diferencias interterrito-riales?
La solución teórica —propuesta ya hace algu-nos
años (Finot, 1996; CEPAL/ILPES, 1998)— sería que
las transferencias territoriales fueran proporcionales a
los respectivos aportes locales pero medidos, no en tér-minos
absolutos, sino como proporción de los niveles
de ingreso de los habitantes de cada comunidad.13 El
principio de gravar a los individuos en proporción a sus
respectivas capacidades, esto es, en proporción a las
rentas de que respectivamente disfrutan, planteado por
Adam Smith (y citado por Musgrave, 1959), debería
aplicarse también a las comunidades territoriales.
12 Según el planteamiento pionero de Wiesner (1992 y 2002).
CUADRO 1
Condicionamientos en las transferencias y
tipos de descentralización
¿Al aporte local?
Condicionamientos
No Sí
2 1
No Desc. política Descentralización
¿Según del gasto política
uso?
3 4
Sí Desc. política Desc. operativa >
=> operativa política
Fuente: Elaboración propia.
13 Una alternativa más equitativa que la situación actual sería sin
duda que a través de las transferencias se igualara el gasto munici-pal
por habitante, según la propuesta para Brasil de Prado, Cuadros
y Cavalcanti (2003); pero una diferencia importante con lo pro-puesto
aquí sería que no se vincularían las transferencias con los
esfuerzos locales.

Este sistema de transferencias debería coincidir
con una ampliación de las potestades tributarias de los
niveles subnacionales, para que las distintas comuni-dades
territoriales puedan determinar a través de pro-cesos
democráticos el nivel de impuestos con que con-tribuirán
al financiamiento del gasto que decidan.14 De
esta manera se harían compatibles los objetivos de
equidad con los de eficiencia y de estímulo a la parti-cipación
ciudadana.
3. Redistribución territorial y redistribución social
Un sistema en el cual las transferencias territoriales
fueran de libre disponibilidad pero proporcionales a los
aportes locales relativos, permitiría profundizar la des-centralización
política bajo condiciones tanto de efi-ciencia
(incluso fiscal) como de equidad territorial,
pero no garantizaría la equidad social. Lograr este úl-timo
objetivo es la razón de ser primordial de las trans-ferencias
condicionadas. Ello llevó a países como
México a establecer una clara diferencia entre las trans-ferencias
de libre disponibilidad y las transferencias
destinadas exclusivamente a fines tales como los ser-vicios
de salud y educación.
En general, los procesos de descentralización en
América Latina se caracterizan tanto por una amplia-ción
de competencias para la provisión local de servi-
cios de infraestructura básica como —y particularmen-te—
por la transferencia de competencias en materia
de servicios de educación y salud; inicialmente —sal-vo
el caso de México, ya mencionado— se dio un tra-tamiento
similar a ambos tipos de bienes.
Sin embargo, las características de los servicios
sociales son muy distintas de las de los servicios de
infraestructura básica: mientras en estos últimos la
demanda está claramente diferenciada geográficamente
(sobre todo por factores físicos), en los servicios so-ciales
posteriores al Estado del bienestar la demanda
está diferenciada geográficamente en sus aspectos cua-litativos,
pero en términos cuantitativos todos tienen
igual derecho a que el Estado les garantice un acceso
similar, cualquiera sea su lugar de residencia.
Esta diferenciación, que postulamos desde 1996
(Finot, 1996; CEPAL/ILPES, 1998), debería llevar a dis-tinguir
claramente entre dos sistemas redistributivos:
uno de transferencias propiamente territoriales, de li-bre
disponibilidad pero proporcionales a los esfuerzos
locales relativos,15 cuya finalidad sería subsidiar las
iniciativas y los esfuerzos locales para proveerse de ser-vicios
de infraestructura, y otro de transferencias so-ciales,
orientado a garantizar a todos los habitantes del
país el acceso a una canasta mínima de servicios y
bienes "sociales", y que sería operado por las admi-nistraciones
de los gobiernos locales.16
14 Lo que permitiría igualar a las comunidades el beneficio margi-nal
del gasto con su respectivo costo en términos de impuestos de
una manera similar al caso (teórico) en que todo el gasto local fue-ra
financiado con impuestos locales, condición de eficiencia desta-cada
por Tanzi (1995) y Oates (1999).
15 Esfuerzos fiscales relativos: medidos básicamente en función del
nivel de ingreso territorial (o de pobreza) de cada colectividad.
16 A cuyo financiamiento, sin embargo, deberían concurrir las cir-cunscripciones
que perciban mayores ingresos, según observación
de José A. Ocampo.
III
Descentralización fiscal en América Latina
Inicialmente, los procesos de descentralización latino-americanos
podrían ser tipificados según tengan lugar
en países federales o unitarios. En los países federales
la descentralización se orientó —en una primera ins-tancia—
hacia los estados o las provincias constituyen-tes.
Así ocurrió también en Brasil, en 1941, pero tras
la promulgación de la Constitución de 1988 el proce-so
brasileño ha apuntado tanto hacia los estados como
hacia los municipios, incluso con un énfasis mayor en
el nivel municipal. Se reconoce a los municipios el
mismo estatuto de autonomía que a los estados y se
establece que entre ambos niveles sólo caben relacio-nes
de coordinación (República Federal de Brasil,
1988).
En cambio, en los países unitarios predomina
la descentralización hacia el nivel municipal. Sin
embargo, también se observa descentralización ha-cia
el nivel intermedio en diversos grados: en Boli-via
y Chile, autoridades designadas comparten po-deres
con representantes electos por los concejales

municipales;17 en Colombia, tanto el Gobernador
como las Asambleas Departamentales son órganos
conformados por elección directa.
A continuación, se aplica el marco que se ha defi-nido
tanto a los países considerados como a sus siste-mas
de transferencias básicas desde el nivel nacional.
1. Bases impositivas según niveles
En el cuadro 2 se muestra una síntesis de las bases
impositivas que corresponden a cada nivel de gobier-
no en seis países latinoamericanos y se indica además
cuáles impuestos son coparticipados (financian las
trasferencias básicas) y con qué nivel de gobierno.
Las principales fuentes de ingresos tributarios en
el nivel intermedio de Argentina y Brasil son los im-puestos
a las ventas; en México, un impuesto al ingre-so
personal y de las empresas (no cobrado en algunos
estados), y ninguno relevante en Venezuela. En Boli-via,
los principales ingresos tributarios de este nivel
están constituidos por regalías departamentales sobre
los hidrocarburos (11% del valor en boca de pozo); en
CUADRO 2
América Latina (seis países): principales impuestos, especificando
nivel de gobierno a
Impuestos Argentina Brasil México Colombia Bolivia Chile
Sobre ingresos A las ganancias: N 1 Renta (IR): N 1 De las empresas: N 1 De las empresas: N 1 Utilidades: N 1 De las empresas: N
(de empresas y/o De las personas: N 1 Adicional IR: I De las personas: N 1 De las personas: N 1 De las personas: N 1 De las personas: N
de personas) Ingresos personales: I
Sobre patrimonio Patrimonio y activos: Grandes fortunas: N b Activos de las Transferencias de Patrimonio neto: N
y activos N 1 Suces. y donac.: I empresas: N activos: N 1
Sobre comercio Comercio y Importación y Importación y Comercio exterior: N 1 Importación: N Importación: N
exterior transacciones: N exportación: N exportación: N 1
Sobre ventas IVA:c N 1 ICMS:d I 1 IVA: N 1 IVA: N 1 IVA: N 1 IVA: N
Ingresos brutos de las
empresas: I
Otros indirectos Energía eléctrica: N IPI:e N 1 Producción y Gasolina: N Transacciones: N 1 Transacciones: N
Combustibles: N servicios: N 1 Licores y cigarrillos: I Consumo específico: N 1 Consumo
Agricultura, industria Gasolina: I Especial sobre específico: N
y comercio: I hidrocarburos N 1
Sobre explotación Regalías: I 1 Regalías: N 1 Regalías: N 1 Regalías: I
de recursos naturales Complementario a los
Hidrocarburos: N 1
Regalías: I
Sobre vehículos Propiedad: I 1 Propiedad: I Propiedad y uso: N 1 Registro: I Propiedad: M Circulación: M 2
Sobre bienes inmuebles Propiedad: I 1 Propiedad rural: N 1 Transferencias: I Registro: I Propiedad: M Propiedad urbana: M 2
Propiedad urbana: M Propiedad: M Propiedad: M
Transferencias: M
Sobre funcionamiento Servicios: M Industria y comercio: M Patentes: M Patentes: M Patentes: M 2
Fuente: Finot (2001), actualizado.
a N = nacional o federal; I = nivel intermedio; M = municipal; 1 = contribuye al sistema de compensación al (a los) nivel(es) inferior(es);
2 = contribuye al sistema de compensación en el mismo nivel.
b Previsto en la Constitución de 1988; aún no ha sido instituido.
c IVA = Impuesto al valor agregado.
d ICMS = Impuesto sobre la circulación de mercaderías y servicios.
e IPI = Impuesto sobre productos industrializados.
17 En ambos países se plantea ahora con fuerza que éstos sean de
elección directa, lo que sería coherente con la visión de que cada
nivel subnacional debe ser autónomo respecto de los otros, como
en Brasil.

Chile no habría ninguno significativo y en Colombia
son departamentales solamente los impuestos sobre
registro de propiedad y sobre licores y cigarrillos.
En el nivel municipal, las principales bases impo-sitivas
serían la autorización de funcionamiento de
actividades económicas (patentes), los ingresos de las
empresas, la propiedad inmueble y, en menor medida,
la propiedad y/o circulación de vehículos (en Brasil
estas últimas corresponden a los estados). El hecho de
que Argentina sea prácticamente el único país donde
el nivel municipal no tiene ingresos tributarios direc-tos
demuestra que la descentralización en dicho país
se orienta predominantemente hacia la provincia.18
En el gráfico 1 se muestra la importancia de los
aportes de cada nivel a los ingresos públicos en los
países para los que se cuenta con información compa-rable.
19 Lo que se observa en el cuadro 2 y en este
gráfico demuestra la preponderancia del nivel nacio-nal
—y en menor medida de algunos niveles interme-
GRÁFICO 1
América Latina (cinco países): Participación en los ingresos fiscales,
sin seguridad social, por niveles de gobierno, 1992-2001 a
Fuente: Elaboración propia con datos del Fondo Monetario Internacional (FMI, 2001 y 2002).
a Para Brasil se consideró el período 1991-1998 y para México el de 1991-2000.
b Del porcentaje mostrado para el nivel intermedio de Argentina, cinco puntos porcentuales estarían siendo generados en el nivel municipal.
6,1%
6,0%
4,1%
8,8%
35,7%
32,1%
19,9%
8,6%
64,3%
61,8%
74,2%
87,2%
91,2%
Argentina
Brasil
México
Bolivia
Chile
Municipal Intermedio Nacional
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%
18 En Chile los impuestos sobre la propiedad urbana tampoco son
propiamente municipales, pero su recaudación se destina casi en su
totalidad a este nivel.
19 Los cuadros que siguen han sido elaborados utilizando la base de
datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). En esta base no se
cuenta con datos correspondientes a Colombia, en el caso de Ar-gentina
no se desglosa de las provincias lo correspondiente a mu-nicipios,
y las cuentas correspondientes a Brasil y Argentina se
preparan siguiendo criterios de clasificación que no coinciden con
los de los países. En las cuentas fiscales de Brasil, por ejemplo, por
razones jurídicas se incluye en "contribuciones sociales" ingresos
que bajo otro criterio serían impuestos destinados. Sin embargo,
para análisis comparativos, los datos del FMI son los únicos dispo-nibles
calculados sobre la base de criterios comunes.
20 Comparar los gráficos 1 y 2 no permitiría apreciar el desequili-brio
vertical en cada nivel, ya que no se refieren a cifras absolutas.
dios— en la generación de recursos, y la baja ponde-ración
del nivel municipal. Se debe tomar en cuenta,
además, que la participación municipal corresponde en
su mayor parte de una proporción minoritaria de mu-nicipios
donde se concentran las actividades económi-cas
y los inmuebles de mayor valor.
2. Financiamiento de las transferencias básicas
En el gráfico 2 se puede observar la participación de
las decisiones autónomas de los distintos niveles en el
gasto fiscal. Obviamente, la participación de los nive-les
subnacionales en este caso es superior, ya que se
incluyen las transferencias.20 Llama la atención la
importancia de los niveles intermedios en los países
federales descentralizados y, nuevamente, la menor
importancia del nivel municipal. Este hecho sería de-mostrativo
del amplio margen que aún restaría para
profundizar la descentralización en América Latina.

GRÁFICO 2
América Latina (cinco países): Participación en el gasto público,
sin seguridad social,a por niveles de gobierno,1992-2001 b
Fuente: Elaborado con datos del Fondo Monetario Internacional (FMI, 2001 y 2002).
a Según Afonso (2004), la distribución del gasto para estos mismos años, pero incluyendo las contribuciones sociales, sería: municipios:
16,1%, estados: 27,3%, nivel nacional: 56,7%.
b El período para Brasil es el de 1991-1998 y para México el de 1991-2000.
c Del porcentaje mostrado para el nivel intermedio de Argentina, 10 puntos porcentuales estarían siendo generados en el nivel municipal.
Argentina
Brasil
México
Bolivia
Chile
Municipal Intermedio Nacional
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%
15,7%
7,4%
12,3%
63,1%
30,0%
27,7%
18,0%
36,9%
54,2%
65,0%
69,7%
91,9% 8,1%
c
A continuación el análisis se concentrará en las
transferencias básicas, es decir, aquellas destinadas a
apoyar decisiones subnacionales autónomas. Típica-mente
estas transferencias provienen de impuestos
coparticipados. En el cuadro 3 se presenta una síntesis
actualizada de las fuentes de financiamiento de los
sistemas de transferencias básicas en cada uno de los
países considerados.
En este cuadro se puede apreciar que, mientras
en la mayoría de los casos las transferencias territo-riales
básicas provienen de la casi totalidad de los im-puestos
nacionales, en Brasil ellas se originan princi-palmente
en solo dos impuestos federales (el impues-to
sobre la renta y el impuesto sobre productos
industrializados) y en Chile exclusivamente en los
impuestos municipales. La ventaja del sistema brasi-leño
sería que, al provenir las transferencias de pocos
impuestos, el gobierno federal tiene un amplio mar-gen
para llevar a cabo su política fiscal. La ventaja del
sistema chileno, a su vez, sería que se estarían com-partiendo
fuentes de ingresos que suelen distribuirse
muy desigualmente, en tanto que su evidente desven-taja
residiría en la poca magnitud de los recursos que
genera esta fuente.
3. Criterios de distribución
Tanto en Argentina como en Brasil las transferencias
básicas son determinadas conforme a coeficientes fi-jos
que fueron establecidos originalmente sobre crite-rios
de población y, en menor medida, de pobreza.21
En Brasil, sin embargo, el Fondo de Participación de
los Estados se orienta primordialmente hacia los esta-dos
de menor desarrollo relativo (85%) y el Fondo de
Participación de los Municipios se distribuye toman-do
en cuenta el número de habitantes de cada munici-pio.
En Bolivia predomina el criterio demográfico. En
cambio, en Colombia y Chile se tiende a compensar
desigualdades sociales (cuadro 4).
Colombia ha decidido recientemente (Colombia,
2003) una importante transformación de su sistema de
transferencias: mediante la Ley 715, se reunieron to-dos
los sistemas anteriores (participación municipal, si-tuado
fiscal y fondos de desarrollo) en un solo Siste-ma
General de Participaciones y se estableció una clara
diferenciación entre un sistema de transferencias "de
21 Para mayores detalles sobre los sistemas de transferencias de
Brasil y Argentina, véase respectivamente Afonso (2004) y
Cetrángolo y Jiménez (2004).

propósito múltiple" (17%) —que ahora serían las trans-ferencias
básicas y que son utilizadas primordialmen-te
en la provisión de servicios de infraestructura bási-ca—
y otros dos, cuya cuantía es calculada en función
de carencias y costos. Estos últimos están destinados
a subsidiar los ingresos familiares para que todos los
habitantes puedan tener acceso similar a un nivel mí-nimo
de servicios de educación y salud, conformando
así un sistema de redistribución social operado por las
administraciones de los gobiernos subnacionales (83%
de las transferencias).22
En México se hizo desde el comienzo una nítida
diferenciación entre transferencias de libre disponibi-
CUADRO 3
América Latina (seis países): Financiamiento de las transferencias territoriales
básicas a
País Circunscripción Sistema Porcentaje de impuestos Impuestos
Argentina Provincias Régimen de Coparticipación Aprox. 30% Imp. al valor agregado (IVA)
Federal Aprox. 30% Sobre ganancias
Aprox. 47% Sobre consumo y otros
Estados Fondo de Participación de 21,5% Sobre la renta
los Estados Sobre productos industrializados
Brasil b
Municipios Fondo de Participación de 22,5% Sobre la renta
los Municipios Sobre productos industrializados
México Estados Sistema de Participaciones 20% Sobre la renta
Sobre producción y servicios
Sobre el comercio exterior
Sobre los vehículos
Coparticipación Tributaria 20% Todos los impuestos nacionales menos
el impuesto especial sobre los hidrocarburos
Bolivia Municipios
Diálogo Nacional – Alivio a la deuda nacional (Transferencias
del resto del mundo)
Colombia Departamentos Sistema General de Monto fijo, dependiente Sobre el total de los ingresos corrientes
y municipios Participaciones del crecimiento del PIB
Chile Municipios Fondo Común Municipal Aprox. 50% Sobre inmuebles, vehículos y patentes
Fuente: Elaboración propia, a partir de información oficial de cada país.
a Este cuadro no incluye las transferencias básicas del nivel intermedio al municipal, que en Brasil alcanzan al 25% del impuesto sobre
circulación de mercaderías y de servicios (ICMS), y que en un 75% deben ser distribuidos por cada estado en función del PIB que genera
cada municipio.
b Otros sistemas de coparticipación territorial en Brasil son el Fondo de Compensación por la Exportación de Productos Industrializados
(FPEX) —10% del Impuesto sobre productos industrializados (IPI)—, y el Impuesto territorial rural (ITR).
22 A partir de la experiencia colombiana, Shah (2002) propone
—para América Latina— utilizar más ampliamente las transfe-rencias
"condicionadas" con el objetivo de que todos los ciudada-nos
tengan igual acceso a un mínimo de servicios. Pero en este
lidad a los estados ("participaciones" de las que un
20% corresponde a los municipios) y aquellas orien-tadas
exclusivamente a financiar determinados progra-mas
sociales, principalmente infraestructura y servicios
de educación y salud ("aportaciones" a los estados y
los municipios). El Sistema de Participaciones de
México es el único de la región donde el esfuerzo fis-cal
subnacional es preponderante (45,17%), seguido
por Colombia, donde el 10% de los recursos de pro-pósito
general depende del esfuerzo fiscal local. Con
un criterio estrictamente redistributivo, en Chile el
monto de las transferencias se calcula en función in-versa
al ingreso municipal por habitante.
caso ya no se trataría de transferencias territoriales condicionadas
sino de transferencias sociales operadas por los gobiernos
subnacionales. Dicho autor no aclara cómo se estimularía la auto-nomía
local.

CUADRO 4
América Latina: Criterios de distribución de las
transferencias territoriales básicas
Países / Brasil Brasil México Bolivia Colombia Chile
Criterios (estados) (municipios) (estados) (municipios) (de propósito general) (municipios)
Territorio 85% a regiones 10% a capitales 9% en partes
norte, noreste iguales
y centro oeste
Número de
habitantes 86,4% a mayores 45,17% 100% de recursos 40% 13,5%
de 156 000 hab. de coparticipación
13,6% a menores
de 156 000 hab.
Pobreza 100% proveniente 40% según nivel 27% según
de los recursos de necesidades propiedades
de alivio a la deuda básicas exentas
nacional externa insatisfechas
Esfuerzo propio 45,17% según 10% según 31,5% según
(directa o incremento de incremento de menor ingreso
inversamente) ingresos propios ingresos propios fiscal por
9,66% inverso a recursos habitante
coparticipados
por habitante
Eficiencia administrativa 10% 5%
Previsión de emergencias 5%
Fuente: Elaboración propia, a partir de la legislación de cada país.
4. Condicionamientos al gasto
En el cuadro 5 se presenta una síntesis de los condi-cionamientos
al uso de las transferencias básicas en
cada país analizado. Ni en Argentina ni en México
existen condicionamientos al uso de transferencias
básicas.
En Brasil, la Ley de Responsabilidad Fiscal
aprobada en el año 2000 (República Federal de Bra-sil,
2000) estableció que los estados y municipios
deben gastar en personal como máximo un 50%, y
el gobierno federal hasta un 60%. Por otro lado,
según la Constitución de 1988 al menos un 25% del
gasto de los estados y municipios debe destinarse a
educación.
Brasil cuenta con una política persistente de re-ducción
de las diferencias territoriales en los niveles
de prestación de los servicios sociales. Con esta fina-lidad,
desde 1988 los servicios de salud son financia-dos
compensatoriamente a través del Sistema Único de
Salud y en el 2000, mediante una enmienda constitu-cional,
se decidió incrementar gradualmente las trans-
ferencias y los condicionamientos al gasto en benefi-cio
de este sector. Por otro lado, con el fin de reducir
las diferencias territoriales en los servicios de educa-ción
escolar, en 1996 se conformó el Fondo de Man-tenimiento
y Desarrollo de la Enseñanza Fundamen-tal
y de Valorización del Magisterio (FUNDEF), finan-ciado
principalmente por una coparticipación del 15%
del Fondo de Participación de los Estados, del Fon-do
de Participación de los Municipios, del ICMS y de
la Agencia de Promoción de Exportaciones (APEX), y
destinado a garantizar un mínimo de gasto público por
alumno.
En general, los países unitarios muestran mayor
condicionalidad en sus transferencias básicas cuanto
mayor sea la magnitud de ellas. En Colombia las trans-ferencias
"de propósito general" deben ser gastadas en
un 51% en sectores definidos por el nivel central (41%
en agua potable y alcantarillado). En Bolivia, si bien
aparecen menos condicionamientos para las transferen-cias
básicas, en la mayoría de los municipios éstas son
utilizadas como aportes locales para acceder a recur-sos
provenientes del Fondo de Desarrollo Regional

(crédito) y el Fondo de Inversión Productiva y Social
(transferencias), los cuales son asignados centralmente.23
En Chile, por último, las transferencias básicas
(provenientes del propio nivel municipal) son de libre
disponibilidad pero, por ser exiguas, en la mayoría de
los casos son utilizadas casi exclusivamente en gastos
de funcionamiento (incluidos los generados por la ope-ración
del sistema de transferencias sociales) y en la
prestación de algunos servicios como el de recolección
y disposición de basura; los municipios dependen para
la inversión de diversas fuentes, siendo la más impor-tante
el Fondo de Desarrollo Regional, donde se suele
requerir el aporte local y las transferencias son decidi-das,
proyecto por proyecto, en el nivel intermedio.24
5. Visión de conjunto sobre los sistemas de
transferencias
Aplicando el marco analítico diseñado en la primera
parte de esta sección (véase el cuadro 1), el gráfico 3
clasifica los diferentes sistemas de transferencias ana-lizados
y muestra esquemáticamente sus característi-cas
y evolución. Este gráfico permite apreciar que
—salvo el Sistema de Participaciones de México y en
forma incipiente el de Colombia—25 en América La-tina
los sistemas de transferencias básicas adoptados
no contribuyen a estimular que el gasto dependa de los
aportes locales. Entonces, al no contar con este meca-nismo
automático de control, se está tendiendo a au-mentar
los mecanismos de control administrativo,
como se hace regularmente en los programas financia-dos
con transferencias asignadas. Y en todo caso se
Fuente: Elaboración propia, a partir de legislación de cada país.
a Límite al gasto, no sólo a las transferencias.
Ninguno a) Máximo 50%
para personal a
b) 25% para
educación a
c) 12% (estados) y
15% (municipios)
para salud a
20% para
municipios
50% para inversión
20% para municipios
Recursos de la
coparticipación:
i) Máximo 25% para
funcionamiento
ii) 7,5% para salud
iii) Elaboración
participativa de
planes municipales
Recursos provenientes
del alivio a la deuda
nacional externa:
i) 10% para salud,
20% para
educación
ii) Cumplimiento de
metas
41%: saneamiento
7%: deporte
3%: cultura
Ninguno
Argentina Brasil México Venezuela Bolivia Colombia Chile
CUADRO 5
América Latina (siete países): Condicionamientos al uso de
las transferencias territoriales básicas
23 Aunque no está incluido entre los países estudiados, se hace in-dispensable
mencionar el caso de Guatemala, donde recientemente
se estableció que los recursos provenientes del Programa de Desa-rrollo
Integral Municipal serán distribuidos a municipios y manco-munidades
de municipios "en proporción directa de sus respectivos
aportes locales relativos a sus respectivos niveles de pobreza y a su
densidad demográfica, y en los que se compatibilizará tanto la re-caudación
de los impuestos locales como la valorización de los
aportes que los ciudadanos realicen en trabajo, especie o dinero
para la provisión de bienes públicos" (Guatemala, 2002).
24 En la atención primaria de salud y educación escolar en Chile, y
la atención de salud y educación escolar en Bolivia, se ha descen-tralizado
hacia los municipios —en principio políticamente— la
provisión de infraestructura, equipamiento y personal de apoyo, pero
solo operativamente la de personal especializado (tanto el régimen
de este personal como su financiamiento son decididos a nivel na-cional).
Lo particular de Chile es que el financiamiento del perso-nal
especializado se hace efectivo, en el caso de la educación, a
través de subvenciones a escuelas municipalizadas y privadas se-gún
el número de alumnos que asisten y, en el de la salud, median-te
subsidios a la demanda asignados a través de un sistema de eva-luación
de beneficiarios a cargo de las municipalidades. Colombia
ha adoptado lo fundamental de este sistema, pero aplicado al costo
total de los servicios.
25 Y el Programa de Desarrollo Integral Municipal de Guatemala.

GRÁFICO 3
América Latina (seis países): Sistemas de transferencias
Fuente: Elaboración propia.
Brasil
Vinculación
con esfuerzo
local
Autonomía de
gasto
México
(Ramo 28)
Fondos de
Cofinanciamiento
Brasil
+
-Colombia Bolivia
Financiamiento Directo de
Servicios Sociales: Colombia,
Chile, (Brasil, México)...
Argentina
2 1
3 4
Bolivia +
-
Colombia
Chile
Básicas
Asignadas
Argentina
puede observar una clara tendencia a abandonar el
cuadrante de descentralización política del gasto, in-cluidos
Chile y Bolivia bajo la modalidad menciona-da
en el párrafo precedente (situación esta última re-presentada
en el gráfico por las flechas gruesas).
El sistema mexicano, a su vez, si bien estimula
la eficiencia fiscal, no estaría entregando resultados
similares en términos de equidad: el hecho de que las
transferencias sean proporcionales a los incrementos de
las recaudaciones puede estar actuando como multipli-cador
de disparidades, ya que los gobiernos que dis-ponen
de menos recursos estarían en inferioridad de
condiciones hasta para invertir en la mejora de sus
procedimientos de recaudación.26 Además, el sistema
mexicano está orientado hacia los estados y, solo a
través de ellos, hacia los municipios. Finalmente, los
montos de estas transferencias de libre disponibilidad
son todavía notablemente inferiores a los de las trans-
ferencias asignadas, lo que deja un amplio espacio para
mejorar este sistema e incluso generar uno similar
orientado a los municipios, manteniendo el mecanis-mo
fundamental de eficiencia en que se basa.
La explicación de fondo de esta situación sería
—según ya se afirmó en otras oportunidades— que en
el contexto político en que se iniciaron los procesos no
se hizo la necesaria diferencia entre distribución terri-torial
y distribución social, dirigida esta última a ga-rantizar
a toda la población determinados niveles de
acceso. Sin embargo, hacer dicha diferenciación, más
difícil en el caso de los países federales, es precisamen-te
la tendencia actual en toda la región. Así se puede
apreciar en el caso de Brasil y con mayor facilidad en
el de Chile; pero donde la diferenciación ha sido más
nítida es en Colombia, como ya se ha mencionado.
Hasta ahora los procesos de descentralización se
han orientado principalmente a la implementación de
políticas sociales. Incluso las condiciones impuestas a
las transferencias de propósito múltiple en el nuevo
sistema colombiano muestran este sesgo. Pero ¿qué
hacer cuando incrementar la autonomía local es deci-sivo
para aumentar la competitividad económica e in-corporar
en este cometido a pequeños y medianos
productores, para que así puedan aumentar sus ingre-sos?
Y ¿cómo hacer para brindar igualdad de oportuni-dades
a todas las localidades?
26 En la Unión Europea también las transferencias territoriales son
subsidiarias respecto a decisiones que incluyen los respectivos apor-tes
locales (de niveles intermedios y/o municipales) y nacionales.
Sin embargo, a diferencia del caso mexicano, tales transferencias
están destinadas exclusivamente a regiones y localidades cuyo PIB
por habitante es inferior a la media europea, en principio de manera
proporcional a esa diferencia. Actualmente se destinan en un 41%
a infraestructura y en un 34% a apoyo al desarrollo productivo.

IV
Algunos lineamientos
Los sistemas de transferencias adoptados en la mayo-ría
de los países de la región estarían induciendo com-binaciones
variables de descentralización política y de
descentralización meramente operativa de las decisio-nes
de los gobiernos centrales. Ambos tipos de descen-tralización
son convenientes, según las características de
las distintas demandas de bienes públicos cuya provi-sión
se descentraliza, pero por lo general los sistemas
de transferencias estarían haciendo que, en la práctica,
el límite entre ambos tipos de descentralización depen-da,
no de las características de la demanda de los bie-nes,
sino de la capacidad de cada circunscripción para
generar sus propios recursos. Esto lleva a que el dere-cho
de todo ciudadano a proveerse de bienes públicos
locales dependa de cuán rica sea la jurisdicción en la
que habita: cuanto más pobre, menor la autonomía.
Salvo en Brasil, una gran mayoría de latinoame-ricanos
tiene muy poca autonomía para decidir, hacer
ejecutar y controlar la ejecución de estrategias de de-sarrollo
local, y además tal autonomía tiende a dismi-nuir.
No solo la participación del gasto municipal en
el gasto público es todavía relativamente reducida y por
lo general depende ampliamente de transferencias te-rritoriales,
sino que tales transferencias tienden a estar
cada vez más condicionadas. La autonomía local de-pende
cada vez más, en cada caso, de la capacidad para
generar ingresos propios —específicamente, de perci-bir
impuestos—, capacidad que en América Latina se
distribuye de manera extremadamente desigual, ya que
la generación de valor agregado se concentra en un
reducido número de localidades. Todo ello configura
un panorama de creciente inequidad en el derecho ciu-dadano
a proveerse de bienes públicos locales.
Los sistemas de transferencias vigentes en la re-gión
son inadecuados no solamente en términos de
equidad, sino también en lo que se refiere a eficien-cia.
Incluso dentro de los escasos márgenes de auto-nomía
que ellos determinan, tienden a divorciar las
decisiones sobre gasto de aquellas sobre la generación
de ingresos locales (y esto ocurre también en Brasil,
siendo la única excepción el Sistema de Participacio-nes
de México). Impiden así el proceso de revelación
de las preferencias geográficamente diferenciadas,
condición esencial para que la descentralización con-tribuya
a la eficiencia.
Los sistemas de transferencias no vinculadas con
los esfuerzos fiscales locales son sin duda necesarios,
particularmente en el caso de los servicios sociales.
Pero en América Latina el problema esencial de dise-ño
residiría en que, con el afán de "devolver" a los
gobiernos locales las funciones que antes ejercían, con
frecuencia se ha dado un tratamiento similar al finan-ciamiento
de servicios como educación y salud —en
los cuales el Estado debe garantizar a todas las perso-nas,
cualquiera sea su lugar de residencia) igual nivel
de satisfacción—, y a la provisión de bienes estricta-mente
locales, como los servicios de infraestructura
básica, cuya demanda está claramente diferenciada por
factores físicos. En el primer caso, la autonomía de los
gobiernos locales debería limitarse a la definición de
aspectos cualitativos y, en lo que se refiere a financia-miento,
estos gobiernos deberían comportarse primor-dialmente
como agentes de un sistema nacional de
redistribución social. En el segundo caso —servicios de
infraestructura básica— sí sería muy conveniente trans-ferir
todo el proceso de provisión, incluidas las deci-siones
sobre financiamiento, al nivel subnacional cuya
jurisdicción territorial mejor corresponda a caracterís-ticas
comunes de la demanda de cada bien público.
Habría que diferenciar claramente, como se hizo
en Colombia, entre transferencias sociales, orientadas
a garantizar igualdad de oportunidades a los individuos,
y transferencias propiamente territoriales, cuya finali-dad
sería garantizar igualdad de oportunidades a las
colectividades subnacionales en términos de bienes de
consumo común, entre los cuales, desde el punto de
vista financiero, la mayor cuantía correspondería a
servicios de infraestructura básica.27 Para conciliar
equidad con eficiencia, en este segundo caso las trans-ferencias
deberían ser de libre disponibilidad, pero
proporcionales a los esfuerzos fiscales relativos de cada
colectividad territorial.
Esta transformación en el sistema de transferen-cias
territoriales podría estar acompañada de cambios
27 Un determinado consumo de agua potable debería formar parte
de la canasta social. Según lo propusimos en otra oportunidad, los
subsidios a este consumo se sumarían al flujo de ingresos con que
las comunidades locales podrían contar para proveerse de agua
potable y alcantarillado (Finot, 1999).

en los procesos locales de decisión, orientados a incen-tivar
la revelación efectiva de preferencias, es decir, a
propiciar una efectiva participación de los ciudadanos
en decisiones no sólo sobre "de qué" y "cuánto" pro-veerse,
sino también sobre "con qué parte de su ingre-so"
contribuirán a esa provisión. Los sistemas de de-cisión
y los de representación y participación deberían
adecuarse a este propósito.
El actual sistema de elección para conformar los
cuerpos de representantes en el nivel municipal —de
representación proporcional— no sería el más adecua-do
para una mejor expresión de las preferencias ciu-dadanas
locales: las preferencias representadas a tra-vés
de este sistema fácilmente pueden corresponder
más a las de quienes ponen a los candidatos en su lis-ta
que a las de los ciudadanos supuestamente represen-tados.
Cabría esperar que ocurriría lo contrario si se
adoptara un sistema de representación territorial, con
la obligación de los representantes de recoger informa-ción
de sus representados y, a su vez, informar a su
respectivo distrito electoral, bajo pena de revocatoria
de mandato. Esta transformación debería ir acompaña-da
de la instauración de sistemas de información (de
base y de gestión) fáciles de comprender, y de políti-cas
de participación y representación social orientadas
a igualar la capacidad de influencia de los ciudadanos.
Además, y a fin de establecer a quién competen las
responsabilidades de control del gasto, tanto en los
presupuestos como en la contabilidad se debería dis-tinguir
con claridad entre lo que corresponde a deci-siones
autónomas de las colectividades locales y lo que
las administraciones ejecutan en calidad de agentes de
los gobiernos centrales.
Para que los ciudadanos así representados pudie-ran
decidir sobre la parte de su ingreso que destinarán
a proveerse de bienes públicos locales en función de
los beneficios que distintas alternativas de provisión les
generarían, sería imprescindible —según vengo propo-niendo
desde 1996— aumentar sus potestades para
"autoimponerse", específicamente, para decidir sobre
alícuotas de los impuestos locales que gravan directa-mente
sus propiedades y sus ingresos,28 e incorporar a
los aportes locales aquellos que los ciudadanos suelen
efectuar, a través de sus organizaciones, en trabajo,
especie o dinero para la generación de bienes públi-cos.
29
Las transferencias territoriales, entonces, tendrían
un carácter subsidiario respecto a estas decisiones lo-cales.
Pero, a fin de velar por la estabilidad, correspon-dería
a la autoridad nacional definir periódicamente los
factores por los que los esfuerzos fiscales subnaciona-les
serían multiplicados (a fin de determinar el monto
de estas transferencias territoriales).
Dentro de este marco institucional, restaría por re-solver
un asunto crucial: ¿hacia qué nivel conviene
descentralizar la provisión de cada bien público local?
Es evidente que cuanta mayor correspondencia exista
entre el ámbito de demanda de cada bien público lo-cal
y el de las respectivas decisiones políticas sobre
asignación, más eficientes serán tales decisiones. Por
un lado, habría que descentralizar las decisiones sobre
provisión (y financiamiento) de bienes locales hasta los
niveles más próximos al ciudadano (submunicipales)
y, por otro, inducir, a través del nuevo sistema de trans-ferencias,
el asociativismo territorial en función de los
distintos ámbitos de demanda (Finot, 2003).
En el caso de bienes públicos relacionados con el
hábitat, muchas decisiones podrían ser adoptadas en
niveles submunicipales. Para lo que se refiere a desa-rrollo
productivo, con frecuencia la circunscripción
municipal resulta insuficiente. Entonces, a fin de esti-mular
el desarrollo económico local bajo condiciones
de eficiencia y equidad, tanto en los países unitarios
como en los federales se debería incentivar, a través
de sistemas de transferencias territoriales como el pro-puesto
(de libre disponibilidad pero proporcionales a
los respectivos aportes relativos), la formación de con-sorcios
municipales configurados en función de facto-res
físicos, biológicos, culturales y/o económicos co-munes
(pero diferentes al resto).
Esta forma de organización territorial –se espera–
correspondería mejor a diferenciaciones geográficas de
demandas de bienes públicos como la planificación del
uso del suelo, la organización de la provisión de ser-vicios
y la provisión de servicios de infraestructura
básica, y tendría la ventaja adicional de generar eco-nomías
de escala, no sólo para crear condiciones pro-picias
al desarrollo local/regional sino también para
administrar mejor la provisión de servicios sociales y
de subsidios. A fin de facilitar estas funciones, tales
consorcios deberían ser de carácter público pero tem- 28 Lo que no implica descentralizar el proceso de cobranza de im-puestos.
En muchos casos resulta preferible un sistema único de
recaudación de impuestos (al servicio de todos los niveles). Tam-bién
parece conveniente, a fin de reducir riesgos morales, externalizar
el avalúo de las propiedades inmuebles que sirven de base para
calcular los impuestos sobre la propiedad.
29 Como actualmente se contempla en el Reglamento de la Ley
general de descentralización de Guatemala.

poral, esto último para que las circunscripciones pue-dan
ir adecuándose según la evolución histórica de la
configuración geográfica de la demanda.30
A través de un sistema de transferencias territo-riales
como el planteado podría inducirse que en cada
una de estas regiones, a través de procesos de
concertación público-social-privada y entre los distin-tos
niveles del Estado, fueran elaboradas estrategias de
desarrollo local/regional en las cuales se comprome-tiesen
aportes locales. Estas estrategias servirían de
base para definiciones sobre uso del suelo y para una
programación presupuestaria plurianual de la provisión
de servicios de infraestructura y de servicios avanza-dos.
Los niveles supralocales tendrían a su cargo com-plementar
estas decisiones con la provisión de tales ser-
vicios en sus respectivos ámbitos, y con políticas am-bientales,
de desarrollo productivo y de apoyo a la pe-queña
y mediana empresa.
Estos lineamientos responden primordialmente al
propósito de brindar algunos elementos para avanzar
con eficiencia hacia una igualdad de oportunidades para
las colectividades locales, y crear condiciones para el de-sarrollo
local/regional en función de las necesidades
actuales de desarrollo económico. Pero es evidente que,
en la medida en que los ciudadanos estén mejor repre-sentados
y puedan participar efectivamente en las deci-siones
sobre sus aportes, el hecho de profundizar una
descentralización como la que el desarrollo local re-quiere
contribuirá también a reducir la corrupción,
desarrollar ciudadanía y ampliar la inclusión social.
30 Coincidiendo con nuestra propuesta, el Congreso de Brasil acaba
de aprobar una ley por la que se declara organizaciones públicas a
todos los consorcios inter-territoriales, con la duración que acuer-den
las partes que se asocian.
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AMERICA LATINA DESCENTRALIZACION

DESCENTRALIZACION Y PARTICIPACION EN AMERICA LATINA:UNA MIRADA DESDE LA ECONOMIA
•IVAN FINOT

Iván Finot
Dirección de Gestión Local
y Regional
Instituto Latinoamericano
y del Caribe
de Planificación Económica
y Social (ILPES)/
Comisión Económica
para América Latina
y el Caribe (CEPAL)
ifinot@eclac.cl
D I C I E M B R E 2 0 02
Descentralización y
participación en América
Latina:Una mirada
desde la economía
Para que la descentralización política favorezca la eficiencia
se requeriría que el gasto local estuviera vinculado con los
respectivos esfuerzos fiscales,y que los procesos (locales)a
través de los cuales se adoptan decisiones sobre provisión de
bienes públicos fueran al menos tan democráticos como los
centrales.En América Latina pocas veces se cumplen esas
condiciones básicas.Esto se debería principalmente a que los
procesos de descentralización se han orientado sobre todo al
cumplimiento de objetivos sociales.Hoy,sin embargo,sería
imperativo acrecentar la autonomía de los ámbitos subna-
cionales para potenciar la competitividad económica.En este
artículo se analiza cómo podría lograrse este nuevo objetivo
sin descartar y más bien creando sinergias respecto a otros,
tales como estimular la participación ciudadana,reducir ine-
quidades sociales y territoriales,y hacer más eficiente el apa-
rato estatal —incluido el ámbito fiscal —para lograr estos
objetivos estratégicos.

DESCENTRALIZACION Y PARTICIPACION EN AMERICA LATINA:UNA MIRADA DESDE LA ECONOMIA •IVAN FINOT
Introducción
Así como hasta la crisis de la deuda la tendencia pre-
dominante en América Latina era centralizar en los go-
biernos nacionales tanto las decisiones políticas como
las económicas,con la democratización y el ajuste que
la crisis requirió,en los años 80 se inició una tenden-
cia histórica a traspasar parte de la provisión de bie-
nes públicos hacia procesos democráticos
subnacionales (descentralización política)y a transfe-
rir procesos de producción de los bienes provistos
públicamente a la competencia económica (descentra-
lización económica).1
De la descentralización política se esperaba que
contribuyera en forma decisiva a suscitar una partici-
pación constructiva,a aumentar la eficiencia de la
gestión pública y a lograr una mayor equidad territo-
rial y social.Sin embargo,después de más de diez años
de iniciados los procesos más antiguos de la región,
los avances en participación son dispares,aún no se
observan resultados concluyentes en cuanto a eficien-
cia y el ingreso geográfico bruto se sigue concentran-
do en algunos territorios.Se ha logrado aumentar la
cobertura de servicios sociales pero en muchos casos
se acentúan las diferencias interterritoriales.Los siste-
mas de transferencias adoptados no propician la efi-
ciencia fiscal (Finot,1996)y el excesivo endeudamien-
to de los gobiernos subnacionales habría generado
desequilibrios macroeconómicos (CEPAL,1998).Así
como inicialmente la descentralización concitó gran-
des esperanzas,contemporáneamente ha surgido una
desconfianza sobre su efectividad,lo que puede llegar
a comprometer avances del proceso democratizador
que sólo pueden ser viabilizados a través de la descen-
tralización política.Se hace indispensable entonces
indagar por qué no se están logrando plenamente los
objetivos de la descentralización,a fin de poder dis-
cernir algunos lineamientos que permitan superar los
problemas y poder reimpulsar los procesos.
El ILPES se impuso esta tarea por mandato de sus
gobiernos miembros.Sin desconocer que los procesos
de descentralización son,en esencia,políticos,se rea-
lizó un análisis económico 2 de aquellos que fueron em-
prendidos en la región durante el decenio de 1980,a
fin de proporcionar elementos de reflexión desde este
punto de vista,algunos de cuyos resultados fueron
presentados en la X Reunión de Ministros y Jefes de
Planificación (ILPES,1998).En aquella oportunidad ya
se señalaba la conveniencia de diferenciar entre aque-
llas funciones que los gobiernos subnacionales reali-
zan como cabezas de autonomías y aquellas otras que
efectúan como agentes de los respectivos gobiernos
centrales,lo que conduciría a una transformación de
los actuales sistemas de transferencias.En el presente
artículo,elaborado a partir de aquellos avances y de
otros trabajos del autor —principalmente Finot,1996
y 2001 —,se profundiza el marco conceptual en que
se basan esas propuestas (el "federalismo fiscal "),3 se
focaliza en los problemas que dicho marco permite
detectar y se avanza en las modificaciones que sería
necesario realizar en los procesos de descentralización,
no sólo para alcanzar los objetivos ya trazados en con-
diciones de sostenibilidad financiera,sino en función
de uno nuevo:hacer más competitivas a las economías
de la región.
1.Las condiciones de eficiencia
a)Dos tipos de asignación
Existe consenso en que,de las tres funciones eco-
nómicas fundamentales del Estado (estabilización,dis-
Este artículo fue elaborado,en una versión inicial,al calor de
una presentación y una estimulante discusión,en varias sesiones,
con todos los profesionales del ILPES.El autor agradece a sus cole-
gas por el interés,los cuestionamientos y los aportes brindados en
aquella oportunidad,y también al juez anónimo que leyó este tra-
bajo en una versión anterior como requisito previo para que fuera
publicado,cuyas observaciones y sugerencias fueron muy valiosas
para mejorarlo.
1 Ver la justificación de esta diferenciación en el marco conceptual
que se desarrolla como primer punto de este trabajo.
2 Principalmente a partir de la información generada por un proyecto
regional CEPAL/GTZ sobre Descentralización Fiscal,ejecutado entre 1994
y 1997,cuya coordinación estuvo a cargo de Gabriel Aghón (†).
3 Así se denomina en la literatura a la teoría económica de la des-
centralización,cuyos primeros elementos pueden ser encontrados
en Ostrom,Tiebout y Warren (1961).Oates (1977),quien acuñó el
término de "federalismo fiscal ",lamenta en un artículo relativa-
mente reciente (Oates,1999)no haber denominado a esta rama
especializada "teoría de la descentralización ".En efecto,el término
"federalismo "ha contribuido a circunscribir estos valiosos análisis
a los casos de los países federales,cuando resultan de especial uti-
lidad si se aplican al análisis de la descentralización hasta niveles
muy próximos al ciudadano.

tribución y asignación),la que conviene descentralizar
es esta última.La función de asignación se refiere
principalmente a decisiones sobre provisión de bienes
públicos:qué bienes,cuánto de cada uno de ellos y con
qué parte del ingreso —actual y futuro —proveerlos
públicamente.Sin embargo estas determinaciones,que
se adoptan principalmente a través de la aprobación de
presupuestos,también incluyen decisiones sobre qué
se comprará y qué se producirá directamente,y,en lo
que se refiere a esto último,con qué combinación de
factores e insumos se lo hará,es decir,cómo produ-
cir.Las decisiones políticas sobre asignación se refie-
ren entonces a dos tipos de asignación:una sobre pro-
visión ,donde se define principalmente qué y con qué
recursos se proveerá,y otra sobre producción ,en que
se decide cómo se producirá aquello que se proveerá.
b)Asignación y eficiencia
La provisión de bienes públicos 4 corresponde,por
definición,a soluciones cooperativas 5 y se realiza a
través de procesos democráticos que,para servir como
mecanismos eficientes de revelación de preferencias,
deben vincular el gasto con los aportes para financiarlo
(Musgrave y Musgrave,1992).Como toda solución
cooperativa,una provisión pública no corresponde a
ninguna preferencia individual sino,en el mejor de los
casos,a una suma de preferencias ciudadanas (Sa-
muelson,1954),pero se justifica cuando a través de
ella la comunidad en su conjunto está mejor que si no
hubiera tal solución.La demanda de bienes públicos
varía según el ámbito de consumo de cada uno de ellos:
desde aquellos casos en que trasciende las fronteras
nacionales —como lo serían los generados por proce-
sos de integración o,incluso,bienes públicos globales,
tales como los tribunales internacionales para juzgar
crímenes de guerra —hasta aquellos otros que son
provistos para ser utilizados principalmente por peque-
ñas comunidades rurales o urbanas.Entonces,siguien-
do el razonamiento del teorema de la descentralización
(Oates,1977),la provisión de bienes públicos será
tanto más eficiente cuanto mejor se adecue a la deman-
da —territorialmente diferenciada — de dichos bienes..6
Esta diferenciación se expresa efectivamente cuando
los ciudadanos deciden sobre la parte de su ingreso que
están dispuestos a entregar para financiar distintas
soluciones correspondientes a diferentes ámbitos.
Para adecuar mejor la provisión de bienes públi-
cos a las diversas preferencias ciudadanas sería con-
veniente entonces que,una vez definido qué será pro-
visto privativamente por el nivel nacional (las preferen-
cias nacionales),se aproximara el aparato estatal lo más
posible al ciudadano,se definieran varios niveles de
decisión sobre provisión y que ésta se distribuyera entre
esos niveles por exclusión,como un proceso de abajo
hacia arriba.Se debería,además,estimular la búsque-
da de soluciones cooperativas entre comunidades terri-
toriales de un mismo nivel,antes que recurrir a solu-
ciones centralizadas en el nivel superior.Este criterio
de eficiencia económica coincide con el principio po-
lítico de la subsidiariedad,lo que refleja el gran po-
tencial de la descentralización política para profundi-
zar la democratización.
En cuanto a cómo producir los bienes a proveer,
mientras en el caso de la provisión privada en compe-
tencia ésta obliga a los productores a buscar la combi-
nación de factores e insumos que les implique un me-
nor costo,la provisión de bienes públicos es básica-
mente monopólica;7 además,los costos originados en
ineficiencias no suelen tener consecuencias económi-
cas automáticas sobre quienes deciden y ejecutan di-
cha provisión,lo que elimina los incentivos económi-
cos para que tales combinaciones sean eficientes.Al
contrario,en ausencia de un control eficaz del gasto
por parte de quienes lo pagan —lo cual a su vez tam-
bién tiene un costo — los intereses particulares pueden
obrar más bien en el sentido opuesto:los riesgos de
ineficiencia en la asignación pública se hacen eviden-
tes sobre todo en los casos de corrupción política,prin-
cipalmente en la adquisición de equipos e infraestruc-
tura inadecuados y/o sobrevalorados,y en la práctica
del clientelismo.8
Es por eso que tanto las decisiones sobre provisión
de bienes públicos como aquellas otras que se refieren
a su producción y,entre estas últimas,particularmente
aquellas que se refieren a la producción directa,impli-
can riesgos para la eficiencia.Se suele denominar
"ineficiencia asignativa "a la suma de las diferencias
entre lo que cada ciudadano desearía obtener a cambio
4 Bienes públicos:en principio,normas,servicios y bienes econó-
micos provistos por las organizaciones del Estado,de cuyo consu-
mo ningún ciudadano puede ser excluido.
5 Opción por la solución pública o colectiva (public choice),por opo-
sición a privada o individual .Sobre este enfoque,véase Mueller (1984).
6 Básicamente,porque los consumidores pueden "votar con los pies ",
según lo expresara Tiebout (1956),en busca del territorio que mejor
responda a sus preferencias de bienes públicos,lo que introduce la
competencia entre territorios (incluidos países).
7 Según analiza Kurer (1993).
8 En el presente trabajo se utiliza el término "local "como antónimo
de "central ".

de la parte de su ingreso que entrega para la provisión
de bienes públicos,y lo que efectivamente recibe;e
"ineficiencia productiva "a la diferencia,en términos
de beneficio/costo,entre lo que se produciría con asig-
naciones de factores inducidas por la competencia
económica y lo que efectivamente se produce a través
de combinaciones de factores e insumos decididas a
través de procedimientos político-administrativos.La
ineficiencia técnica,al aumentar los costos,incrementa
la ineficiencia asignativa.
c)La descentralización como solución
Desde el punto de vista económico,la descentra-
lización es básicamente una reforma de la gestión
pública dirigida a reducir ineficiencias en los procesos
de asignación.Ella puede asumir dos formas funda-
mentales:i)descentralización política,que sería trans-
ferir la provisión de algunos bienes públicos a proce-
sos democráticos locales,9 y ii)descentralización eco-
nómica,que consistiría en transferir o exponer las
decisiones sobre combinación de factores e insumos a
la competencia económica.10
La descentralización política disminuiría la
ineficiencia asignativa al adecuar la provisión de bie-
nes públicos a preferencias geográficamente diferen-
ciadas,reducir la complejidad de lo que se decide a
través de procesos político-administrativos y facilitar
la transparencia,la representación y la participación
ciudadana;la descentralización económica,a su vez,
mitigaría la ineficiencia técnica al introducir mecanis-
mos de mercado en los procesos productivos,pero
también contribuiría a aumentar la eficiencia asigna-
tiva,si reduce costos y disminuye el número de asun-
tos que deben ser objeto de decisiones político-admi-
nistrativas.La descentralización política se vincula
directamente con una mayor gobernancia democráti-
ca;11 la descentralización económica,con una regula-
ción que permita lograr un funcionamiento socialmente
provechoso de los cuasimercados que conforma.12
De lo planteado anteriormente se desprende que
para que la descentralización política contribuya a la
eficiencia es necesario transferir poder de decisión no
sólo sobre gasto local sino también sobre el aporte
ciudadano para financiar dicho gasto.La generación de
ingresos públicos se puede visualizar como contribu-
ciones que los ciudadanos realizan a los distintos ni-
veles de organizaciones territoriales del Estado a que
pertenecen,niveles que,a su vez,atienden a distintos
ámbitos de demanda.13 Para facilitar las decisiones so-
bre estos aportes,cada nivel debería contar con sus
propias bases impositivas y poder modificar las respec-
tivas tasas,a fin de que los ciudadanos,y sus repre-
sentantes en cada nivel,puedan votar por soluciones
alternativas con diferentes costos.
Tanto en el caso de la descentralización política
como en el de la descentralización económica,el cri-
terio básico para transferir decisiones de asignación es
que los procesos descentralizados sean más eficientes
que los centralizados.La condición,necesaria pero no
suficiente,para el primer caso,es que la demanda esté
territorialmente diferenciada —según ya se mencio-
nó —y para el segundo,que sea posible la producción
privada en competencia;pero la conditio sine qua non
para que la descentralización —política o económica —
induzca la eficiencia es que aumente la participación
en los mecanismos de asignación:ciudadana,cuando
se descentraliza la provisión;económica,si se descen-
traliza la producción.14
9 En Finot (2001)se analiza la evolución del concepto de descen-
tralización en la región.El de "descentralización económica "que
aquí se define ha sido desarrollado a partir del de Von Haldenwang
(1990),que incluye tanto la privatización como la "desregulación ",
entendida esta última como la apertura de la producción a organi-
zaciones no estatales,con y sin fines de lucro.Sin embargo,lo
esencial de la descentralización económica sería esta última y no el
cambio de propiedad,a que se refiere la privatización.Las princi-
pales formas de descentralización económica serían:compra de
insumos (incluida la tercerización),concesión (transferencia de la
producción de servicios manteniendo la propiedad de los activos)y
convenio para provisión de bienes finales.En este último caso es-
tarían las organizaciones privadas sin fines de lucro dedicadas a
actividades científicas y a la producción de servicios de salud,con-
sideradas por Bresser-Pereira (1998)como el "sector público no
estatal ",particularmente cuando son financiadas total o parcialmente
con recursos públicos.
10 Gobernancia democrática:capacidad de una sociedad de gober-
narse a sí misma (Espíndola,1998).
11 Cuasimercados:la demanda se define políticamente mientras la
producción se genera a través de la competencia económica.Por lo
demás,mejorar el funcionamiento de la competencia económica
hace parte del desarrollo de la gobernancia democrática.
12 Por tanto no sería adecuado afirmar,como se hace a veces,que
un territorio genera la suma total de impuestos que sus ciudadanos
pagan:estos últimos están contribuyendo a distintos ámbitos de
soluciones cooperativas.
13 Para algunos autores (Palma,1985)el concepto de participación
sólo debería referirse a los casos en que los participantes pueden
influir efectivamente en las decisiones y por este motivo descartan
la participación en el mercado.Esta afirmación,que es efectiva en
lo que se refiere a provisión,no lo sería en cuanto a producción,ya
que en este caso un ciudadano podría ejercer tanta o mayor influen-
cia escogiendo entre productores alternativos que a través de una
decisión política.
14 Bienes colectivos:soluciones cooperativas generadas por organi-
zaciones sociales,de las que se excluye a los no miembros.Los
bienes que genera una organización social pueden ser bienes públi-
cos en la medida en que benefician a todos los habitantes de un
territorio —y en este sentido se denominó "bienes públicos "en

Por otro lado,lo esencial en los procesos de des-
centralización económica no sería la propiedad de los
establecimientos productores sino el que éstos estén so-
metidos a la competencia económica.Así como mu-
chas veces es conveniente privatizar,otras veces al
hacerlo se puede destruir valioso capital institucional
y social.Pero lo que sí sería importante para propiciar
la eficiencia sería abrir las actividades productivas que
no son exclusivas de las administraciones públicas a
la competencia económica,eso sí,bajo una adecuada
regulación.
d)Importancia de la participación ciudadana
Ya se ha mencionado que la descentralización
política es la transferencia de la provisión de algunos
bienes públicos cuya demanda está territorialmente
diferenciada —bienes locales —a procesos democrá-
ticos que correspondan a esa demanda.Para asegurar
eficiencia es imprescindible que las respectivas comu-
nidades subnacionales puedan escoger libremente de
qué bienes locales proveerse,en qué cuantía y con qué
parte de su ingreso.El sujeto de la descentralización
política,entonces,debería ser las comunidades
subnacionales,mientras que sus respectivos aparatos
gubernamentales no serían sino instrumentos para
adoptar y ejecutar esas decisiones.
Desde un punto de vista económico,aumentar la
participación democrática es mejorar el proceso de re-
velación de preferencias en las soluciones cooperativas.
Por ello,la condición fundamental para que la descen-
tralización política aumente la eficiencia en los proce-
sos de asignación para la provisión de bienes públicos,
sería que ella tendiera a igualar las oportunidades de
participación y la representación de los intereses de to-
dos los ciudadanos,en decisiones que afectan directa-
mente sus ingresos actuales y futuros.Pero es evidente
que,para que la participación democrática viabilice la
revelación de preferencias y genere estímulos para el
control social del gasto —y por tanto coadyuve a la
eficiencia —,ella debe referirse al proceso completo de
asignación,es decir,tanto al gasto como a los aportes
que realizarán los ciudadanos para sufragarlo.
La participación ciudadana —directa e indirecta
(Cunill,1991)—puede ser política,si se refiere a las
organizaciones territoriales del Estado integradas por
órganos electos y a los partidos políticos,o social,si se
orienta a organizaciones sociales (asociaciones),según
lo señalara Palma (1985).Pero estas últimas no sólo
son medios de representación frente a las organizacio-
nes del Estado sino además,y a veces principalmente,
son medios de gestión de soluciones cooperativas,que
a través de trabajo y aportes voluntarios con frecuencia
no sólo proveen bienes colectivos 15 sino también rea-
lizan importantes aportes a la provisión de bienes pú-
blicos 16 o generan significativas externalidades positi-
vas para el interés público.17 La gestión del Estado,
fundamentalmente a través de organizaciones territo-
riales de distinto nivel (nacional,intermedio,munici-
pal,submunicipal),debería ser subsidiaria respecto a
esta capacidad.Referirse sólo a "descentralizar el Es-
tado "puede llevar a la idea equívoca de que para lo-
grar los objetivos buscados basta descentralizar el apa-
rato estatal cuando,bajo el principio de subsidiariedad,
la descentralización de la gestión pública tendría que
alcanzar hasta hacer a ésta subsidiaria respecto a las
capacidades de las organizaciones sociales.Sin embar-
go,se debe tomar también en cuenta que todas ellas
se organizan en torno a intereses particulares,según lo
advierten Cunill (1991)y Bresser Pereira (1998),y una
función insustituible de las organizaciones territoria-
les del Estado es velar porque el interés general prime
sobre el particular,especialmente en lo que se refiere
a la asignación de recursos públicos.18
La participación ciudadana en el proceso de pro-
visión de bienes públicos y colectivos no sólo es un
objetivo social 19 y político fundamental,también es una
condición esencial para reducir ineficiencias.Ahora
bien:que los ciudadanos participen depende de que ellos
perciban que el beneficio de participar es superior a su
costo,y brindarles la oportunidad de participar en deci-
siones que afectan su ingreso actual y futuro podría
contribuir decisivamente a concitarla.Para alcanzar esa
condición es indispensable que la descentralización
política no sea una simple transferencia de poder des-
de un centro a otros,sino que consista esencialmente
trabajos anteriores a los generados por las organizaciones socia-
les —pero,como bien observa Bresser-Pereira (1998),si se pueden
excluir de su consumo a los no miembros de la organización que
los genera,no son públicos (el autor mencionado llama a estos bienes
"corporativos ").
15 Por ejemplo mejoramiento de vías y otros espacios públicos.
16 Por ejemplo forestación,deporte,actividades culturales,seguri-
dad ciudadana.
17 El apoyo estatal a estas organizaciones debe ser regulado en
función del aporte de éstas a la provisión de bienes públicos,de las
externalidades públicas que generan y de sus respectivos procesos
de decisión.Sobre este último aspecto:el apoyo estatal a una orga-
nización en particular debería estar condicionado a que funcione
democráticamente y ser directamente proporcional a la amplitud y
grado de participación que convocan.
18 Principalmente en materia de salud mental.
19 En este caso los gobiernos subnacionales actuarían como agentes
del nivel central,con las ventajas y desventajas que han sido ana-
lizadas por Heymann (1988).

en una reforma dirigida a inducir el involucramiento
ciudadano en soluciones cooperativas (públicas y co-
lectivas),siendo el límite de dicho involucramiento el
punto donde las ganancias en eficiencia son iguales al
costo económico de la participación.
Por otro lado,los procesos de descentralización
política tienen que estar acompañados de sistemas de
redistribución territorial dirigidos no solamente a re-
ducir disparidades "iniciales "sino también a amino-
rar aquellas que la misma descentralización suscita al
estimular la eficiencia.El problema está en encontrar
los mecanismos que permitan asegurar equidad sin
reducir los estímulos a la eficiencia.La forma de con-
seguir esto último sería que las transferencias del sis-
tema central fueran estrictamente subsidiarias respec-
to a las iniciativas y los aportes locales,pero ello po-
dría ser contraproducente en términos de equidad.Más
adelante se presenta una propuesta para conciliar am-
bos objetivos.
e)La descentralización operativa
La descentralización política se refiere a la pro-
visión de bienes locales pero,por otro lado,pueden
existir algunos bienes para los que,aunque las deci-
siones sobre qué,cuánto y con qué recursos proveer
sean adoptadas nacionalmente,resulte conveniente
operarlas localmente y muchas veces no a través de
administraciones desconcentradas sino de las adminis-
traciones de los gobiernos subnacionales.20 En estos
casos los gobiernos subnacionales —y sus administra-
ciones —ya no actúan como instrumentos de decisio-
nes locales sino de decisiones nacionales,y la descen-
tralización a que estos procesos dan lugar ya no sería
política sino solamente operativa.21 Mientras en el pri-
mer caso las decisiones y el financiamiento correspon-
den primordialmente a la comunidad local y por tanto
los gobiernos subnacionales deben responder de su
gestión,en primera instancia,a la comunidad que los
elige,en el segundo las decisiones se ejecutan por
cuenta del nivel superior —que también debería hacer-
se cargo del financiamiento —y en este caso corres-
ponde rendir cuentas en primera instancia a la comu-
nidad mandante,que es la de nivel superior,represen-
tada por su respectivo gobierno.22
2.La descentralización en América Latina
a)Los procesos
Según se mencionó en la introducción del presente
trabajo,históricamente en América Latina los proce-
sos de descentralización tanto política como económi-
ca aparecen como una contratendencia respecto a una
propensión,predominante anteriormente,a centralizar
decisiones políticas y económicas en los gobiernos
nacionales.Como una consecuencia de la crisis de la
deuda —que también podría ser caracterizada como
una "crisis del centralismo "—ahora se tiende a trans-
ferir funciones de provisión de bienes públicos hacia
gobiernos subnacionales,y de producción de bienes y
servicios provistos públicamente,hacia la competen-
cia económica.Se ha descentralizado hacia gobiernos
subnacionales principalmente funciones de provisión
de educación y salud y de infraestructura y servicios
básicos,y se tiende a descentralizar económicamente la
producción de infraestructura y servicios de transpor-
te,la de servicios básicos y,más recientemente,la de
seguros y servicios de salud.
Revisiones de los principales procesos de des-
centralización de la región (Finot,1999 y 2001),efec-
tuadas principalmente a partir de información y aná-
lisis generados por varios proyectos de la CEPAL,per-
miten concluir que aún no hay indicios significativos
de que ellos hubieran generado una tendencia gene-
ralizada a la participación ciudadana,e incrementos
importantes y persistentes en términos de eficiencia
pública y reducción de la corrupción.En lo que se
refiere a equidad,si bien la descentralización ha con-
tribuido a ampliar la cobertura de los servicios socia-
les,en muchos casos ella ha dado lugar también a
notables diferencias entre territorios en términos de
infraestructura y equipamiento para la prestación de
servicios sociales,e incluso en la calidad de estos
servicios.Ni la descentralización política ni los sis-
temas de redistribución territorial que la acompañan
han logrado reducir tendencias históricas a la concen-
tración territorial del ingreso.En cambio sí hay indi-
cios de que tales sistemas contribuyen a crear
desequilibrios presupuestarios.Como conclusión,se
puede afirmar que en América Latina la descentrali-
zación aún no ha generado,al menos no sostenible-
mente,los objetivos esperados.
20 En consecuencia,para que exista descentralización política no es
suficiente elegir gobiernos locales.Sólo la hay en la medida en que
se decida autónomamente la provisión de bienes locales.
21 Lo que no implica que en segunda instancia también deban res-
ponder a los ciudadanos de su comunidad local,ya que los ciuda-
danos en general son los destinatarios finales de todos los bienes
públicos.
22 Véase un análisis más detallado sobre gasto autónomo y sistemas
de transferencias en Finot (2001).

b)Por qué no se han logrado los resultados espe-
rados
La principal explicación de que aún no se haya
logrado los resultados esperados en materia de parti-
cipación y eficiencia —que según el marco conceptual
desarrollado en el punto anterior serían los objetivos
propios de la descentralización —estaría en que los
sistemas básicos de transferencias territoriales preva-
lecientes en la región por lo general no están orienta-
dos a apoyar procesos de provisión de bienes públicos
donde las decisiones descentralizadas sean adoptadas
autónomamente sobre la base del aporte local.La des-
centralización política,entendida como la capacidad de
las comunidades locales para proveerse de bienes pú-
blicos sobre la base de iniciativas y aportes propios,
aún es escasa en la región.Tales condiciones sólo se
dan en algunos territorios relativamente "ricos "—en
la medida en que no requieren de transferencias —y
en el caso de la infraestructura básica en México,donde
se cuenta con transferencias de libre disponibilidad que
aumentan en función del incremento en la recaudación
tributaria local.23
Más frecuente sería la modalidad de descentrali-
zación política del gasto,que se basa en transferencias
de libre disponibilidad no condicionadas a aportes lo-
cales.24 Esta modalidad predomina en Brasil (donde
contemporáneamente la descentralización se enfoca
primordialmente hacia los municipios)y en Argentina
(cuyo proceso se orienta principalmente a los gobier-
nos provinciales),y se da en menor medida en los de-
más países,a través de sus sistemas básicos de com-
pensación;pero,al no vincular el gasto con el aporte
local,no introduce los mecanismos de eficiencia eco-
nómica propios de la descentralización.La participa-
ción,cuando se da,se refiere sólo al gasto.
Los otros casos de descentralización,ya sea que
estén orientados primordialmente hacia niveles inter-
medios o hacia el nivel municipal,se caracterizan por
una mezcla entre descentralización política del gasto
y descentralización operativa,tendiendo esta última a
predominar.Ello ocurre así porque en la mayoría de
los territorios las transferencias básicas están más o
menos condicionadas según uso y en el caso de aque-
llas otras,complementarias,provenientes de fondos de
desarrollo,se suele exigir un aporte "local "(que ge-
neralmente proviene de esas transferencias básicas)
pero las decisiones son tomadas centralmente.25 Bajo
esta modalidad la participación social,cuando se da,
suele reducirse a identificar necesidades.
Finalmente,ninguno de los sistemas de financia-
miento vigentes está encaminado a propiciar procesos
autónomos donde los ciudadanos participen en deci-
siones no solamente sobre gastos sino también sobre
sus respectivos aportes.En cambio,aún priman meca-
nismos político-administrativos centralizados:subna-
cionalmente bajo las dos primeras modalidades de
descentralización identificadas (descentralización po-
lítica y descentralización política del gasto),y nacio-
nalmente bajo la tercera (combinación entre descentra-
lización política del gasto y descentralización opera-
tiva),que suelen generar oportunidades de corrupción.
Ello sería así incluso en el caso mencionado de Méxi-
co,ya que allí la descentralización política alcanza
principalmente sólo al nivel intermedio y de gobiernos
de grandes ciudades,y sólo llega débilmente a los ni-
veles más próximos al ciudadano.Esta situación ge-
neral explicaría que,en la región,aún no se haya lo-
grado obtener,con la descentralización,resultados
convincentes y sostenibles en materia de participación
y eficiencia.
Por otro lado,la explicación de que el gasto des-
centralizado hubiera contribuido,en algunos países,a
generar desequilibrios presupuestarios sería que los
sistemas de transferencias con que se cubre la mayor
parte de dicho gasto no son subsidiarios respecto a las
iniciativas y los aportes locales.Esto se debería prin-
cipalmente al gran peso que tiene el gasto social entre
las competencias transferidas:¿cómo condicionar
transferencias que están destinadas primordialmente a
reducir la pobreza a la generación local de recursos
públicos?
c)Una explicación fundamental
Toda esta situación podría explicarse básicamen-
te porque al descentralizar no se habría diferenciado
23 Denominada "descentralización dependiente "por Medici (1995).
24 Principalmente a través de los fondos de inversión social,pero
ocurre algo similar con múltiples programas de asistencia técnica y
capacitación de diversas organizaciones públicas,con los que se
pretende apoyar el desarrollo local.El conjunto de proyectos final-
mente aprobados obviamente no coincide con las prioridades loca-
les.En la medida en que el gasto local es discernido de esta mane-
ra,resulta poco menos que imposible que las comunidades
subnacionales puedan ejecutar sus propias estrategias de desarrollo.
25 Que el financiamiento se decida centralmente no significa que
las comunidades subnacionales que cuenten con mayores recursos
—incluso provenientes de sus respectivos ingresos fiscales —no
contribuyan a un fondo central que tuviera esta finalidad.Por otro
lado,en los territorios en que existen importantes diferencias entre
ingresos personales,el impacto de los recursos disponibles podría
ser acrecentado si se opta por subsidiar el consumo antes que la
oferta,previo análisis beneficio/costo.

nítidamente entre bienes locales,cuya provisión es
conveniente que se dé subnacionalmente,y bienes
nacionales,donde la descentralización,si alguna,de-
bería ser primordialmente operativa.En efecto:mien-
tras la demanda de infraestructura y servicios básicos
es claramente diferenciable territorialmente,el derecho
a acceder a determinados niveles de servicios de sa-
lud y educación sólo es diferenciable cualitativamente,
ya que todo ciudadano tiene igual derecho a un míni-
mo asegurado por el Estado,independientemente de su
lugar de residencia.Mientras la provisión de infraes-
tructura y servicios básicos pudo ser objeto de una
descentralización política completa,hasta los niveles
más próximos al ciudadano,la de salud y educación
debió haber sido descentralizada,en lo fundamental,
sólo operativamente,ya que en este caso las decisio-
nes sobre qué,cuánto y con qué recursos proveer son
una responsabilidad primordialmente nacional.Sin
embargo,a ambos tipos de bienes se les ha dado un
tratamiento similar,ya que se financia su provisión
descentralizada con sistemas de transferencias simila-
res.Con estos sistemas no se logra introducir incenti-
vos económicos para propiciar la participación en los
procesos de provisión —y por tanto la eficiencia y la
reducción de la corrupción —y tampoco se alcanza a
reducir las desigualdades que la propia descentraliza-
ción suscita.
Obviamente todo lo anterior ocurrió en los con-
textos históricos particulares de cada país,pero la des-
centralización es también una reforma instrumental
respecto a estrategias de desarrollo,que es necesario
ir evaluando y readecuando en función de los objeti-
vos que se van planteando las sociedades.En el punto
que sigue se deduce del análisis anterior algunos
lineamientos que podrían ser útiles para este propósito.
3.Elementos para reorientar los procesos
a)Un nuevo objetivo
Históricamente,la descentralización hace parte de
un proceso de adecuación de la gestión pública a un
nuevo paradigma que aún se encuentra en construcción.
A los anteriores objetivos de mejorar las condiciones
de vida de la población,lograr una mayor equidad
territorial y social y concitar una participación ciuda-
dana constructiva,todo ello con una mayor eficiencia
en la gestión pública,se añade ahora el de adecuarse a
una economía global en que se requiere condiciones
de competitividad no solamente de la macroeconomía
y la microeconomía sino también de la mesoeconomía,
ya que contemporáneamente también compiten terri-
torios.La descentralización se hace más necesaria que
nunca para lograr este nuevo objetivo fundamental,
junto con los anteriores.Pero es necesario que además
contribuya efectivamente a la sostenibilidad financie-
ra.Ello podría lograrse si se reorientan los procesos a
partir de la mencionada diferenciación entre la provi-
sión de una canasta social —de la que harían parte la
educación y la salud —y la de infraestructura y servi-
cios básicos.
b)Qué descentralizar
Por un lado,las decisiones sobre estructura,ni-
veles y financiamiento de una canasta de bienes y ser-
vicios a la que todos deberían tener iguales posibili-
dades de acceso,independientemente de su lugar de
residencia,deberían ser (re)centralizadas,en lo funda-
mental,en el nivel nacional.El contenido y dimensión
de esta canasta dependerían directamente de las posi-
bilidades de financiamiento de cada país.26 En cambio,
sería conveniente descentralizar una parte del conte-
nido y,sobre todo,la operación de estas decisiones
centrales,hacia gobiernos subnacionales —esto último
principalmente hacia el nivel municipal — y la produc--
ción de los servicios hacia establecimientos en com-
petencia.
En cambio,donde sí sería altamente conveniente
la descentralización política,generando condiciones de
plena autonomía 27 para las comunidades subnacionales
de distinto nivel,es en el caso de la provisión de in-
fraestructura y servicios básicos,ya que en este caso
la demanda sí está claramente diferenciada debido a
factores físicos y de estructura productiva.En este caso
sí sería conveniente profundizar la descentralización
política hasta llegar a niveles muy próximos al ciuda-
26 Un caso interesante de descentralización económica sería la ex-
periencia colombiana en materia de salud (ver una descripción com-
pleta de este sistema,su fundamentación y una evaluación en
Jaramillo (1999).En una evaluación más reciente,este autor reco-
mienda reducir la intervención del nivel intermedio a funciones de
control.Por otro lado,en la región hay consenso en la conveniencia
de descentralizar los procesos de producción de educación hasta el
nivel de establecimiento.Adicionalmente,Chile y Bolivia mues-
tran resultados interesantes de someter a competencia la produc-
ción estatal de educación:el primero,con su educación subsidiada
y,el segundo,con la importante participación de las Escuelas de
Cristo,en ambos casos con financiamiento del Estado.Finalmente,
Chile también es un caso de administración municipal exitosa de
subsidios acordados centralmente.
27 Obviamente,autonomía no significa soberanía:tal provisión debe
realizarse con estricta sujeción a la normativa del nivel superior
donde,sin embargo,se debería dejar amplio espacio para que la
provisión descentralizada se adecue a las diferentes características
locales.

dano,a fin de que dicha provisión se adecue con pre-
cisión a esas demandas diferenciadas.Junto con esa
profundización,se debería inducir a las comunidades
locales de distinto nivel para que desarrollen sus pro-
pias estrategias de desarrollo territorial —desarrollo
económico local y mejoramiento del hábitat —en for-
ma autónoma,participativa,coordinada con los otros
niveles y asociándose entre sí en función de las dife-
rentes demandas.Para que ello ocurra,la distribución
de tareas de provisión debería darse siempre bajo el
principio de subsidiariedad y el proceso de planifica-
ción realizarse respetando la autonomía de cada nivel
de abajo hacia arriba,estableciendo mecanismos de
coordinación intergubernamental e incentivando explí-
citamente el asociativismo territorial.
Específicamente,las funciones en las que se de-
bería profundizar la descentralización política,hasta
llegar a los niveles que mejor correspondan a los res-
pectivos ámbitos de demanda a fin de propiciar el
desarrollo local,serían:el ordenamiento territorial;la
organización y control de la prestación de servicios de
utilidad pública;la provisión de infraestructura urba-
na,de transporte y de aprovechamiento de recursos
hídricos;los contenidos de educación y salud,y el
apoyo a la pequeña y la mediana empresa.
Para asegurar el logro de objetivos de participa-
ción y eficiencia,la aprobación del gasto local debería
estar condicionada a una efectiva participación ciuda-
dana en la definición del monto de los aportes —actua-
les y futuros —conque la correspondiente comunidad
contribuirá para ejecutar dicho gasto.Facilitar la par-
ticipación en el sentido planteado requeriría:i)que los
distintos niveles cuenten con bases impositivas propias
y que puedan modificar las tasas (al menos dentro de
ciertos límites)y,a la vez,fijar topes para su endeu-
damiento;ii)modificaciones en los sistemas de repre-
sentación,28 decisión,información y rendición de cuen-
tas en las organizaciones del Estado,y iii)una norma-
tiva para que las organizaciones sociales vinculadas
con el desarrollo territorial puedan incorporarse plena-
mente a la generación y gestión de soluciones coope-
rativas,desempeñando funciones tanto de provisión de
bienes colectivos como de participación y representa-
ción para la provisión de bienes públicos.
c)Modificaciones en los sistemas de transferencias
En correspondencia con la anterior diferencia-
ción,sería necesario transformar los actuales sistemas
de transferencias en dos sistemas redistributivos di-
ferentes,ambos subsidiarios:uno social,dirigido a
asegurar a todos los habitantes de un mismo país un
acceso igualitario a la mencionada canasta social,y
otro territorial,encaminado a apoyar decisiones au-
tónomas participativas en cada nivel subnacional y a
reducir desigualdades territoriales.Los gobiernos mu-
nicipales operarían el sistema de redistribución social
en calidad de agentes de los respectivos gobiernos
centrales y los gobiernos subnacionales en general,en
su calidad de cabezas de autonomías,tendrían la res-
ponsabilidad del ordenamiento territorial y de la
concertación del desarrollo económico territorial y el
mejoramiento del hábitat en sus respectivos ámbitos,
sobre la base de las iniciativas y los aportes locales,
pero contando además con los recursos que le corres-
pondan del sistema de redistribución territorial.Es
más:en lo que se refiere a provisión de servicios
básicos,una parte importante de la demanda estaría
garantizada por el sistema de redistribución social
(subsidios para consumo de agua potable,electrici-
dad,disposición de desechos,etc.).
Sin embargo,si bien para asegurar eficiencia se-
ría conveniente la descentralización de las decisiones
sobre los aportes ciudadanos,para asegurar equidad
sería también imprescindible que el sistema de redistri-
bución territorial tendiera a compensar no solamente
las diferencias territoriales "iniciales " sino aquellas que
la propia descentralización incentiva y ello,en lo po-
sible,sin menoscabo de los mecanismos de eficiencia
propios de la descentralización.Para que el sistema de
redistribución territorial asegure eficiencia y equidad,
y a la vez contribuya a la sostenibilidad financiera,las
transferencias territoriales deberían ser de libre dispo-
nibilidad pero estar condicionadas al aporte local rela-
tivo de cada comunidad (Finot,1996)y a que las de-
cisiones tanto sobre gasto como sobre aportes locales
actuales y futuros (endeudamiento)hayan sido adop-
tadas participativamente.El concepto de "aporte local
relativo "significa que las contribuciones de cada co-
munidad deben ser medidas no en términos absolutos
sino en relación con su respectivo ingreso territorial
y/o su dotación de recursos.29
28 Por ejemplo,en las organizaciones territoriales del Estado,cuan-
to más próximo el nivel a los ciudadanos,mayor preponderancia
debería dar el sistema electoral a la representación territorial res-
pecto a la proporcional y hacer que los representantes de cada te-
rritorio tengan la obligación de informarse e informar a sus repre-
sentados,a través de las organizaciones de estos últimos y de me-
dios de comunicación.
29 Por ejemplo,si se adoptara tan sólo el criterio del ingreso,se podría
hacer que las transferencias fueran directamente proporcionales a los
niveles de pobreza de cada localidad,pero estableciendo que las
destinadas a infraestructura y servicios básicos,aunque de libre de-
cisión sobre el uso,estén condicionadas al aporte local relativo.

Además,se debería considerar como impuestos
pagados —"cuasi impuestos " propusimos en una opor--
tunidad anterior —y por tanto aportes locales,a las
contribuciones que los ciudadanos realizan,en traba-
jo,materiales y dinero,a través de sus organizaciones
sociales,a la provisión de bienes públicos y a la gene-
ración de externalidades públicas positivas.El recono-
cimiento explícito de esos aportes representaría ade-
más un avance fundamental en términos de construc-
ción de ciudadanía y podría contribuir en forma deci-
siva a reducir el estigma que actualmente representa
recibir subsidios del Estado:dichos subsidios serían
retribuciones a ciudadanos que contribuyen a la pro-
visión de bienes públicos,muchas veces con una par-
te importante de sus ingresos.30
d)Diferenciar entre provisión y producción
Finalmente,sería conveniente distinguir claramen-
te entre funciones de provisión de bienes públicos y
de producción de estos bienes,y continuar la actual
tendencia a la descentralización económica en todos los
sectores pero acompañándola de un esfuerzo constan-
te de regulación de los cuasimercados emergentes,en
cuya aplicación los gobiernos locales deberían cumplir
un papel relevante.
e)Posibles resultados y viabilidad
Profundizar la descentralización en la dirección
planteada permitiría no solamente estimular y facilitar
la participación ciudadana sino lograr una relación
sinérgica entre desarrollo de la ciudadanía,eficiencia
fiscal y equidad.Más aún:orientar la descentralización
política hacia el desarrollo territorial,podría contribuir
tanto a generar significativos avances en eficiencia
global y competitividad como a aumentar la cohesión
social y facilitar el mejoramiento de las condiciones de
vida de los ciudadanos.Esto último se haría posible
sobre la base de esfuerzos cooperativos,que contarían
con apoyo solidario a través de sistemas redistributivos
eficaces.
La descentralización,así planteada,implica una
profunda transformación institucional,que algunos
consideran poco viable en la región (Véliz,1980).Sin
embargo,en América Latina y el Caribe,junto a la
cultura centralista,en cuya evidencia se apoyan las
conclusiones del autor citado,coexisten e incluso se
han desarrollado prácticas de autogobierno que restan
validez a esas conclusiones.31 Lo esencial no sería la
ausencia de culturas alternativas a la centralista sino
el hecho de que la descentralización y particularmente
la descentralización política que es un proceso de cons-
trucción democrática que afecta la distribución actual
del poder y genera tensiones entre tendencias democra-
tizadoras e intereses centralistas antiguos y nuevos.
Casi siempre los grandes avances en descentralización
fueron respuestas frente a crisis políticas y/o resultado
de la determinación de políticos visionarios que con-
taron con amplio respaldo popular.Pero contempo-
ráneamente,en una economía global en la que com-
piten territorios —en el sentido amplio que ahora tie-
ne el concepto de territorio —la descentralización
política sería,además,una condición indispensable
para potenciar la competitividad.Ello la colocaría nue-
vamente en un lugar preponderante de la agenda polí-
tica de la región.El aporte decisivo de los intelectua-
les puede ser elaborar estrategias viables para profun-
dizar los procesos,que puedan ser aprovechadas en las
coyunturas políticas adecuadas.
Bibliografía
31 Así lo demuestran,por ejemplo,no solamente el funcionamiento
de múltiples organizaciones de base en toda la región sino la cul-
tura federalista que caracteriza a Brasil desde su independencia del
Imperio,cultura cuyo desarrollo ha conducido a su actual descen-
tralización en dirección a los municipios y que ahora avanza hacia
lo "público no estatal ".
30 Así se pudo comprobar,por ejemplo,a través de varios talleres
realizados por el autor en algunos municipios rurales de Chuquisaca
(Bolivia):en promedio,cada pequeño propietario rural había con-
tribuido a la construcción de algunas obras públicas,en proporción
a su ingreso,17 veces más que uno urbano,incluidos los impuestos
territoriales pagados por este último.
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